Novedoso y enriquecedor evento el Foro Global, Tendencia de un Mundo en Transformación, organizado por Funglode en Casa de Campo, este viernes 14 de abril. Su título: “Inteligencia Artificial: ¿Progreso o Amenaza para la Humanidad?”.
¡Estupendas las exposiciones de los panelistas. Se trató de una conjugación de la tecnología digital y un poco de la neurociencia. No hay dudas de que la humanidad está en un proceso de cambio de época, no de época de cambios (Alicia Bárcena, pasada directora de la Cepal).
Y mi entusiasmo se origina en que entregué a la “Editorial Santuario” un ensayo bajo el título: “Hallazgos de la neuroeducación para el aprendizaje temprano”. Se trata sobre la conjugación de la “Revolución Digital y de la Inteligencia Artificial” con la arquitectura plástica del cerebro y su capacidad de desarrollo para una educación de calidad e inclusiva.
Con aquellas exposiciones y el ejemplo práctico con Sophia, el robot diseñado por expertos en inteligencia artificial, se explica el nivel de conjugación de ciencia y tecnología. Desde principio de este siglo XXI se produce una irrupción de los medios digitales y de la inteligencia artificial, los cuales descansan en el desarrollo tecnológico con creatividad, inventiva, innovación y hallazgos científicos, en especial la Neurociencia.
Este desarrollo de la tecnología y la ciencia propicia un momento de transición o punto de inflexión para crear una nueva época, la “Revolución Digital y de la Inteligencia Artificial” que supera la “Revolución Industrial” iniciada en Inglaterra en el Siglo XVII. Son sobresalientes los hallazgos en Neurociencia, y dos de sus especialidades la Neuroeducación y la Neuropedagogía, identifican áreas, métodos y contenidos para el aprendizaje temprano e inicial. Desde la plasticidad y el desarrollo arquitectónico del cerebro, crean nuevos paradigmas. Esos hallazgos provocan grandes transformaciones y quiebran paradigmas tradicionales.
Un aspecto notable es que en el proceso prenatal se forman cien mil millones de neuronas en el cerebro del niño, las cuales se encadenan y forman las sinapsis, desarrollándose la arquitectura y estructura del cerebro con “aprender haciendo”. Se afirma que en los tres primeros años de vida se ramifica y se define su arquitectura; las vivencias y las prácticas van formando sinapsis (o ramales) de los aprendizajes; por lo que cuidar y atender las experiencias y vivencias que ha ido recibiendo cada infante, definen su perfil. De ahí la importancia de su entorno familiar y comunitario.
Su aprendizaje se produce desde su primer llanto e igual la visión, oído, olfato, tacto y al ser amamantado por el seno de la madre cuyo latido del corazón le es tan familiar, le crea tranquilidad. Se sugiere iniciar la educación temprana en los primeros seis meses, en atención al desarrollo en su arquitectura cerebral al contacto con actividades en su ambiente y contexto.
El cerebro de Sophia o cualquier robot creado como inteligencia artificial combinando tecnología con neurociencia, ofrece un cerebro artificial que recoge y acumula información que ningún cerebro humano podría superar; reúne de forma impresionante esa información y la actualiza si digitalmente es alimentada con nuevos datos. La tecnología digital logra que a brevedad conceptualice y ofrezca resultados. Es herramienta de desarrollo humano, un salto cualitativo. Puede que como humanos aprendamos a desarrollar a plenitud y a toda capacidad las redes neuronales del cerebro, donde no podrá llegar Sophia.