Luis Abinader aprovechó la celebración del Día de las Madres para adelantar su determinación de convertir en una ley la asistencia social que reciben las familias de escasos recursos, a través de la tarjeta Solidaridad.
Dos objetivos centrales persigue la iniciativa: Hacer una más efectiva contribución estatal al combate a la pobreza, duplicando y agregando otros beneficios a los programas, y erradicar el clientelismo político en esos programas, sea cual sea el partido que esté en el poder.
El planteamiento de Luis es que convertida en Ley, la solidaridad no dependerá de los caprichos del político de la comunidad, o de los funcionarios del gobierno de turno de supeditar el otorgamiento de los beneficios al apoyo electoral, sino de determinados montos de ingresos de los beneficiarios.
El compromiso adelantado es que los beneficiarios actuales se mantengan recibiendo la asistencia social que reciben hoy, pero además, agregando a todas aquellas amas de casa y madres solteras que también lo necesitan y que hoy en día no la reciben, simplemente porque no tienen una cuña o un padrino político.
La propuesta de Luis duplicará las ayudas actuales de Solidaridad, pero esto será solo una primera etapa a ser complementada con programas de capacitación y emprendimiento para ayudar a la gente a conseguir empleos dignos, que les permitan salir efectivamente de la condición de pobreza.
Consciente de que su propuesta es una inversión social que debe trascender el interés político, propone Luis que la iniciativa reciba el respaldo de todos los partidos.
Luis hizo un adelanto, pero en las próximas semanas mostrará de dónde provendrán los algo más de 32 mil millones de pesos y otros detalles que implicará duplicar y ensanchar los beneficios de Solidaridad.
Me ocurre con esta propuesta de Luis Abinader como con el Metro de Santo Domingo, en el que hasta el momento no he tenido necesidad de disfrutar el privilegio de ser su usuario.
Son muchas las críticas que han llovido sobre la construcción de esa magnífica obra, críticas provenientes incluso de analistas por los que siento un gran respeto. Que si no debió darse la solución a menor costo, que si no hay costos hundidos por sobrevaluación, etc.
Yo que conocí la pesadilla de viajar en vehículo privado desde Villa Mella, Punta, Guaricanos y otras vecindades de Santo Domingo Norte hasta la parte sur de la ciudad, sé del cambio a mejor que ha significado el Metro en tiempo y costos ganados para sus usuarios, con muchos de los cuales he examinado el cambio.
Y por eso defiendo a rajatablas el derecho que tienen los usuarios del Metro de Santo Domingo de viajar con dignidad y rapidez a sus trabajos, a estudiar o a pasear.
Por eso no me he sumado a criticar la inversión del metro, como tampoco me parecen razonables los remilgos pequeñoburgueses de cuestionar por cuestionar la propuesta de Luis, de duplicar y despolitizar la asistencia social del Estado en favor de las familias más pobres del país.
Aquí hay demasiado costo y gasto que cuestionar antes de criticar las inversiones en los pobres, digo.