Como habíamos advertido en nuestra entrega en este mismo diario, publicada bajo el título “Persistencia Inflacionaria”, el 23 de marzo pasado, se confirmó que la inflación interanual acumulada a mediados de año alcanzaría dos dígitos. La semana pasada las autoridades monetarias dieron a conocer la variación mensual del Indice de Precios al Consumidor (IPC) correspondiente al mes de mayo, 0.65 %, así como la inflación acumulada enero-mayo, de 3.36 por ciento.
Con ese resultado, la inflación acumulada en los meses comprendidos entre mayo 2020/mayo 2021, alcanzó 10.48 %. Es la primera vez que se registra un aumento de precios en doce meses, igual o superior al 10 % desde agosto de 2011, cuando la variación del IPC registró 10.18 %. También es el aumento de precios más elevado desde octubre de 2008, cuando la inflación se incrementó 10.84 por ciento.
Hemos reiterado que la inflación que padece la población no es un fenómeno que se origina en el manejo de la política monetaria, aunque golpea con la misma intensidad. Una revisión de los rubros que más han incidido en los aumentos de precios recientes muestra que, los incrementos de precios de las materias primas importadas para la producción de alimento junto a los de los derivados del petróleo, explican la mayor parte de la inflación acumulada en el período a pesar de que las autoridades no han ajustado los precios de los combustibles conforme a las alzas registradas en los mercados internacionales.
Sin embargo, en los últimos meses se han manifestado aumentos de precios de algunos bienes de la canasta familiar que dan lugar a cuestionamientos sobre si la inflación es estrictamente importada o existen fundamentos para inferir que esta se debe, adicionalmente, a razones de origen interno, aunque no necesariamente de carácter monetario.
La inflación en la coyuntura actual
La inflación en la coyuntura actual no es solamente importante por el impacto que tiene en el deterioro de la calidad de vida de la población, sino también porque se da en un contexto de vulnerabilidad del aparato productivo y de un mercado de trabajo débil.
Además, está teniendo lugar justo al inicio de las negociaciones que deberían llevarse a cabo en el marco de la revisión del salario mínimo de las empresas privadas, cuya discusión y revisión ha sido ya solicitada por los sindicatos de trabajadores.
Con la erosión que provoca en el poder de compra de la población, la inflación debilita el consumo privado, afectando la recuperación de la economía y del mercado de trabajo, pero, sobre todo, podría eventualmente afectar la gobernabilidad política.
Manejo del gobierno
Las autoridades han reaccionado desde hace varios meses, con una ineficaz política de subsidios a los productores de diversos rubros de elevada ponderación en la canasta familiar, pues a pesar de dichos subsidios, estos continuaron aumentando. Según cifras del Banco Central, a partir de febrero 2021, cuando se inició el acuerdo con los productores de pan, la harina de trigo subió ligeramente, (3.5 %), pero de forma persistente todos los meses siguientes hasta mayo. Respecto a diciembre 2021, la carne de cerdo corriente y pollo fresco incrementaron 17.5 % y 6.4 % respectivamente, a pesar del otorgamiento, además de subsidios, de financiamiento a tasa cero a los productores de esos rubros.
Tradicionalmente los subsidios a los productores, sobre todo cuando estos son numerosos -en ausencia de monopolios u oligopolios como ocurre en el caso de los derivados del petróleo- y están geográficamente dispersos, tiende a ser una política ineficaz como muestra la experiencia actual. Pero mueve a mayor preocupación cuando se analizan otros componentes de la canasta familiar y se verifica la evolución en los últimos meses de aumentos de precios en rubros que no utilizan commodities como materia prima, ni han sido afectados por las alzas en los fletes internacionales.
Por ejemplo, por razones de espacio se seleccionó una pequeña muestra, dentro del grupo Alimentos y Bebidas No Alcohólicas, en el mes de mayo destacan los incrementos de precios del arroz (2.10 %), aguacates (15.46 %), ajíes (5.02 %), agua purificada (0.83 %) y naranjas (7.53 %) y en el grupo Bienes y Servicios Diversos, los incrementos de precios en servicios de lavado y peinado de pelo (0.83 %), jabón de baño (1.14 %) y seguro de salud que incrementó 3.15 %. En general, estos mismos bienes y servicios manifestaron variaciones mensuales al alza en abril y mayo, en unos casos desde marzo, por lo que procede un análisis más exhaustivo de este comportamiento.
Aunque la mayoría de estos bienes o servicios son de baja ponderación en la canasta familiar, su comportamiento al alza de forma persistente durante los últimos meses sugiere la posibilidad de que las expectativas inflacionarias de los agentes económicos se han exacerbado respecto a cómo se manifestaban en el pasado reciente. Esto haría más complicada la tarea de las autoridades monetarias para manejar en lo que resta del año la coyuntura inflacionaria.
Para explicar estos incrementos de precios no puede argumentarse presiones por exceso de demanda agregada para ninguno de los bienes y servicios precedentemente citados, debido a la prevalencia de un mayor desempleo en la economía y por la caída del poder de compra de la población por efecto de la inflación acumulada. Tampoco puede argumentarse que los incrementos de precios de los bienes agrícolas mencionados se deben a la recuperación económica, ya que una parte importante de la producción agropecuaria se destina a satisfacer la demanda del sector turismo que se encuentra operando muy por debajo de su potencial.
La producción de bienes agropecuarios en los últimos meses no se ha visto afectada por fenómenos naturales, por lo que parecería que las razones de los aumentos de precios en este caso son resultado de deficiencias en las políticas sectoriales que las autoridades monetarias deberían de tomar en consideración para sus proyecciones.
Perspectivas inflacionarias
Salvo situaciones imprevistas, a partir del mes de junio la inflación acumulada interanual debería tender a bajar. En los meses de junio, julio y agosto de 2020 se registraron variaciones mensuales del IPC de 1.70 %, 1.88 % y 0.78 % respectivamente, se espera que en esos mismos meses de este año los incrementos de precios sean menores y eso provoque que la variación acumulada del IPC en los doce meses previos, tienda a caer cada vez más.
Sin embargo, las últimas informaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), indican que aunque habrá una mayor producción de alimentos básicos esto no será suficiente para incrementar de forma significativa los inventarios y presionar a la baja los precios en lo que resta de 2021.
Incluso, el posible aumento de los inventarios dependerá de cómo se comporte la demanda de alimentos fundamentalmente en China, por lo que en la evolución esperada de la inflación en el país no se pueden asumir disminuciones de precios en los bienes de la canasta que utilizan conmodities como materia prima. La temporalidad de los aumentos de precios externos se prolongará mucho más de lo previsto, por lo menos hasta 2022.
Una proyección lineal de la variación del IPC considerando que la evolución mensual en el segundo semestre del año sea igual al promedio mensual enero-mayo, sitúa la inflación para el 2021 en un rango entre 7 % y 8 %, muy por encima del límite superior de 5% establecido en el rango meta por las autoridades monetarias.
Qué hacer
El gobierno dio inicio la semana pasada el programa social Supérate, que incluye un bono monetario y beneficiará a 1.5 millones de familias en condición de vulnerabilidad. Por ahora, harían bien las autoridades si disponen un reajuste de la asignación a estas familias con los ahorros que generaría la eliminación de estos programas que contravienen la libre competencia y no cumplen su cometido de manera eficaz.