Las redes nos traen todo lo bueno y lo malo con el agravante de que no todos tenemos el conocimiento y la experiencia para determinar lo falso y lo verdadero. La juventud que estamos viendo posiblemente no fue la que soñaron los padres, porque la presión de grupos en la calle, en el barrio o en la escuela produce cambios en los hijos que son inimaginables. Esto se debe a que las redes nos están creando una generación totalmente diferente a nuestros deseos. Los culpables son muchos factores, no solo la exorbitante cantidad de hogares comandados por madres solteras o padres muy ocupados que dejan a los hijos solos con un teléfono, es también el enfoque económico y las políticas públicas en los barrios.