Con todas las encuestas independientes que anticipan el mismo resultado desde hace tiempo en las próximas elecciones, abrumadoramente favorable al candidato Luis Abinader, el discurso que persigue poner en tela de juicio la legitimidad del proceso luego de su culminación luce poco elegante, y está condenado al fracaso. Siempre es doloroso reconocer debilidades propias y un resultado adverso, pero trtar de negar lo obvio ni alivia el dolor ni asegura beneficio alguno de cara al futuro. Además de un acto de deshonestidad, es una forma infame de perder más de una vez. Y un ataque peligroso al fundamento mismo de la democracia. ¡Qué la gente se exprese y que gane el que tenga que ganar!

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