Haití es un Estado fallido que carece de recursos para satisfacer las demandas de sus ciudadanos. Las bandas controlan la capital, pero el monopolio de la fuerza opera en todo el país. Carecen de comida y agua, pero tienen armas sofisticadas. Mataron al presidente Moïse en su cama. Formaron un consejo presidencial que fue calificado de “idiotas” por Macron. Fracasa la misión de kenianos por falta de dinero de EE.UU. El jefe de las bandas habla como un “patriota”. Haití es un caos, y ya nos está contaminando, primero con la construcción del canal y segundo con el tráfico de armas. Nuestra política hacia Haití debe ser cautelosa y amistosa sin pactar ningún tema hasta que se logre celebrar las elecciones.

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