La ocurrido en el Centro de corrección La Isleta, en Moca, es una evidencia del descenso social y la corrupción que aún existen en las cárceles. Realizar unas “olimpiadas” de consumo de drogas debe investigarse profundamente, porque no puede realizarse sin complicidad de los agentes penitenciarios responsables de la supervisión. La curiosa competencia dejó al ganador en cuidados intensivos y a los otros dos participantes solo con atenciones mínimas. Son muchos factores los que se involucran en este caso, desde el ingreso de drogas al penal, venta de drogas, una población consumidora y las maniobras para consumir libremente. Las cárceles son un negocio increíble a la vista de todos.

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