La palabra síndrome se encuentra mayormente asociada a la medicina. En ese ámbito refiere al «conjunto de síntomas que definen o caracterizan a una enfermedad o una condición que se manifiesta en un sujeto y que puede tener o no causas conocidas». El concepto puede estar relacionado tanto a condiciones de salud orgánica como a patrones de comportamiento.
El uso de este término ha sido ampliado a otros ámbitos. De ahí que, según el Diccionario usual de la Real Academia de la Lengua Española, la palabra se defina como el «Conjunto de fenómenos que caracterizan una situación determinada».
En conversación con varios colegas abogados acerca de la conducta exhibida por algunos de sus clientes, a lo largo de su ejercicio profesional, he comenzado a pensar en la posibilidad de documentar la existencia de una especie que bien podría nombrarse el síndrome del cliente abogado cuyo portador presenta algunas características y síntomas particulares que ayudan a identificarlo.
Es una persona que enfrenta un problema a nivel judicial. Puede ser demandado o demandante, víctima o imputado. Lo principal es que ha experimentado en su vida los embates de un proceso que, por lo general, es de tipo kafkiano.
Casi siempre ha recibido cierto nivel de educación escolar o universitario. Incluso puede tener título técnico o superior en profesión distinta al derecho aunque, en muchos casos, como secuela de este síndrome la persona se inscribe en un programa andragógico y obtiene el título de abogado. Algunos, incluso, encuentran en la abogacía su nuevo medio de sustento.
La mayoría adquieren un ejemplar del código y lo cargan encima o lo mantienen en su mesa de noche. Eso los lleva, casi de inmediato, a creerse que tienen la capacidad de manejar, por ellos mismos, su caso y a trazar la que piensan es la mejor estrategia.
Si se trata de un extranjero no estará ausente la comparación con el sistema de su país, pretendiendo que las cosas son o deben ser iguales. En este grupo no faltarán los que piensen -aunque no lo digan- que nuestra justicia es inferior o anquilosada. Una especie de complejo de Guacaganarix invertido.
La existencia de este síndrome, por el momento, es tan sólo una hipótesis a demostrar con el rigor del método científico. Otros síntomas podrían ayudar a su comprobación. Se agradece a los colegas sus aportes.