A Milagros Ortiz Bosch, claro
Para adecentar la gestión pública el presidente Luis Abinader y su gobierno están introduciendo cambios y transformaciones especialmente sensibles, trascendentes y delicadas, sobre todo en el terreno de la moralidad pública, consciente de que si el cambio que introduce en diferentes aspectos no es ético, no es cambio.
Con determinación rectilínea el Presidente ha dado luz verde al saneamiento del sistema judicial, empezando por el establecimiento de un Ministerio Público independiente, para el que no existen “vacas sagradas”, como vemos en estos días.
Dejó en claro su interés en que los nuevos integrantes del Pleno de la Junta Central Electoral sean profesionales probos, que mantengan la equidistancia de los partidos políticos y cumplan y hagan cumplir la Constitución y la Ley Electoral para que cada 4 años no se roben los derechos del pueblo a tener elecciones libres, justas y transparentes, convirtiéndonos en vergüenza por los escándalos fraudulentos de los partidos de gobierno de turno.
En la misma onda propugnó el Presidente porque a la Cámara de Cuentas llegasen funcionarios que restablezcan el escamoteado poder contralor en la administración de los fondos públicos, que no se hagan los pendejos ni cómplices cuando se ha estafado los recursos de un pueblo pobre que los necesita para vivir con dignidad y desarrollar sus estranguladas potencialidades sociales.
Vivimos un inédito momento, en el que por vez primera un Presidente de la República se arremanga la camisa y con una determinación que no habíamos visto nunca aquí, lidera una reforma policial para llevar una profilaxis a un cuerpo infestado y desnaturalizado en sus fines, desde que fuera creado.
Y ha dejado en claro que la transformación de la Policía Nacional va, cueste lo que cueste.
Paso por paso y día por día en el gobierno se mantienen vigentes medidas dirigidas a sanear la gestión pública, a convertir la ética y la transparencia en políticas de Estado.
Si alguien tuviera alguna duda, las palabras de ayer del propio Presidente, al lanzar el Código de Ética, son suficientemente aleccionadoras: “Cualquier funcionario que piense que no puede cumplir con este Código de Ética, que renuncie hoy. Que renuncie hoy, porque no vamos a aceptar ninguna otra acción que no sea la de cumplir este código, con el cual estamos comprometidos con sus principios y con el país”.
Sin principios y prácticas éticas no habrá cambio ni el anhelado desarrollo económico y social.
Por eso es tan importante respaldar las profilácticas acciones del Presidente. ¡Adelante!