Consultor Jr. del área de comunicación Ankrom Group
La historia pervive en complejos urbanos, atrapados en el tiempo por sus estructuras. La Zona Colonial es una clara expresión de dinamismo, de una ciudad que clamaba desarrollo, expansión y nuevas oportunidades, manifestándose también a través de nuevas corrientes y estilos arquitectónicos, protagonizados por urbanistas y modernistas.
El Santo Domingo de hoy es la expresión viva de lo que alguna vez fuimos. Durante décadas, tras la expansión más allá de la Zona Colonial, la ciudad se desarrolló arquitectónicamente sin un estilo fuertemente definido, pero caracterizado por la mezcla de connotaciones españolas, africanas y taínas, lo que constituyó un particular paisaje de desarrollismo urbano no planeado y, también único, durante el siglo XX.
Definir la ciudad de Santo Domingo bajo un único estilo de arquitectura es imposible. La capital dominicana es un ente vivo, donde sus obras fluyen y se moldea a sí misma, con nuevas áreas urbanas diversas entre sí, pero con características comunes en cuanto a la intensidad, división, y hasta un cierto caos a lo largo de diferentes generaciones que continúa perviviendo adaptándose permanentemente a las nuevas tendencias y al futuro.
Los diferentes estilos arquitectónicos de Santo Domingo perviven y conviven hoy, reflejo de una personalidad alegre, abierta, risueña y acogedora, como es el dominicano. No obstante, la armonía de esa personalidad cosmopolita va cediendo cierto espacio a una tendencia imperecedera, clásica, eterna, que está por encima de las tendencias. Se trata de la adaptación, la armonía entre el cliente y su arquitecto, la empatía y connivencia entre ambos, llevada al extremo para máxima satisfacción del usuario. Un claro exponente de este estilo perdurable es el arquitecto internacional dominicano, Danilo Pérez Then, donde ese carácter mimético lo adereza con vanguardia y sostenibilidad, comprendiendo no solo las necesidades y personalidad de su contratante, sino teniendo en cuenta el clima caribeño, la durabilidad de los materiales, la afectación de la lluvia y el potencial ahorro energético junto a la implementación de procesos innovadores y tecnológicos. Este arquitecto – empresario dominicano, se ha significado en otras partes del mundo, como la vieja Europa, no por un estilo característico específico, sino por su capacidad de introducirse en el querer ser de su cliente y proporcionarle lo que esperaba y lo que no se esperaba, pero realmente quería. Hoy, este arquitecto junto a otros dominicanos son objeto de demanda de personalidades mundiales del mundo del deporte, el espectáculo y los negocios, no por su estilo, sino por su capacidad de empatía y mimetismo, capaces de reproducir, en sus creaciones, la personalidad de sus clientes.
En el futuro, Santo Domingo incurrirá, como lo ha hecho antes, en nuevos estilos arquitectónicos, a través de nuevos procesos innovadores, el aprovechamiento de los recursos del entorno y preceptos sostenibles, que cada vez aprovechan más la energía y son capaces hasta de generarla por sí mismos. Pero, estos y otros estilos siempre cederán parte de su espacio a aquellos arquitectos que sean capaces de reproducir con sus obras las distintas personalidades que cada ser humano posee, otorgándole un carácter único y contribuyendo a conformar ciudades siempre heterogéneas, capaces de sobrevivir a épocas y tendencias de cada generación.