San Cristóbal es la cuarta provincia más poblada del país, cuna de nuestra primera Constitución, la más cercana a Santo Domingo y al Distrito Nacional, poseedora de una inigualable riqueza cultural, con imponentes bosques, montañas, cascadas, saltos y playas; y donde se encuentran las cuevas del Pomier, el lugar rupestre más emblemático del área del Caribe.

Pero qué está pasando con esta provincia, considerada también como la capital prehistórica, de la que muchos hablan y se piensa que debería estar en un mejor sitial de preferencia como destino turístico, siendo un pulmón repleto de biodiversidad y valor cultural para el turista.

Hace poco fui invitada por el Colegio Dominicano de Periodistas, junto a un grupo de comunicadores, guiados por Aurelio Henríquez, Mercedes Castillo, Olivo de León y José Beato para visitar las cuevas del Pomier, las cuales han estado en peligro por “manos intrusas” (empresas mineras y canteras) desde hace varios años.

Durante el viaje aprovechamos para recorrer algunas calles del municipio, la Plaza de la Constitución, la parroquia de la Consolación, decorada con impresionantes murales del artista José Vela Zanetti; la Gobernación y la casa que le construyeron a Trujillo y a su familia, conocida como el Castillo del Cerro, donde se exhiben algunas piezas que pertenecieron al tirano.

Luego nos internamos por la estrecha e incómoda vía que da acceso a las cuevas del Pomier. Cuando llegamos al lugar nos encontramos con un grupo de amigos y personalidades muy preocupados por las cosas que están pasando alrededor de estas grutas y la destrucción de algunas de estas para la obtención de piedra caliza a través de la explotación descomunal por parte de empresas mineras, de forma irresponsable.

Era domingo y autoridades de la provincia como la gobernadora Pura Casilla, el profesor Eugenio Galán, así como ambientalistas de la talla de Luis Carvajal y Domingo Abreu exponían al grupo de comunicadores sobre el peligro que representan estas empresas mineras apostadas en el área de las cuevas, un patrimonio prehistórico con más de 4,600 pictografías dejadas como evidencia por los taínos, hechas con carbón y grasa en las blancas paredes de las 58 cavidades. Se estima que estas pinturas tienen más de 2,000 años.

Estas cuevas son en un 99.5% de carbonato de calcio y la extracción de material estaba poniendo en peligro al conjunto de estas, a la colonia de murciélagos que habita allí y a toda la biodiversidad que secunda el área.

El grupo reunido allí tenía un solo propósito: hacer un llamado al presidente Luis Abinader para detener la odiosa práctica de obtener cal en violación a la ley 64-00 y otras normas que prohíben la explotación en lugares protegidos.

Algunos residentes de la zona nos comentaron lo difícil que ha sido para ellos estos años, refiriéndose a la contaminación que emana del despeñadero y trituración de las piedras. Es obvio el blanquecino del entorno dejado por el polvo.

El pasado jueves, durante la rendición de cuentas, el mandatario dio la orden de retiro inmediato de las empresas que están próximas a estas cuevas y el lugar está siendo cuidado celosamente por personal militar del Ejército para su conservación.

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