Muchas personas llegan a la edad dorada y se dan cuenta de que no vivieron a su manera. Algunos se arrepienten en los siguientes años. Otros intentan lograr lo que en toda la vida no habían ni definido.
Es un tema ambiguo: ¿Qué es a mi manera? Definir esto no es tan fácil.
Lo primero es que vivimos en sociedad, lo que conlleva reglas por cumplir. Los derechos del otro no inician donde los míos terminan, sino que hay reglas claras.
Las circunstancias de la vida nos dictan mucho lo que podemos hacer en ciertos momentos. Si el dinero o el tiempo no alcanzan, por ejemplo, no podré salir de viajes, que es la manera que deseo vivir. No siempre somos justos con nosotros cuando analizamos lo que vivíamos en aquel momento.
También está lo que nos quieren inculcar. Desde compras de moda para sentir que estamos bien, hasta comportamientos específicos para llevarnos como manada a donde unos pocos desean tenernos.
Quiero hacer lo que deseo, tengo 20 años y soy dependiente de mis padres. Las reglas son diferentes a cuando no dependo financieramente y vivo de manera independiente. Es lo mismo que conducir un vehículo en Alemania o hacerlo en la República Dominicana. Cada país tiene sus reglas. Y peor, en uno se tienen que cumplir y en otro parecerían una simple sugerencia.
Están también nuestros asesores. Los que conocen solo una parte de la verdad. Le contamos o ven algo y, de inmediato, se convierten en los mejores consultores (mientras sus propias vidas son un desastre). Dan consejos basados en sus malas experiencias, más que en lo que le conviene a uno.
Llegamos a la edad dorada y vemos tanto que quisimos vivir pero que en la otra edad no definimos. Hoy somos demasiado manipulados para podernos trazar un camino propio. Sin olvidar que ese camino debe estar dentro de las reglas de juego que tenemos en cada momento.
¿Puedes definir hoy algo que quieres vivir a tu manera y vivirlo?