La historia reseña que Ludwig van Beethoven después de su primera sonata, notó los primeros síntomas de sordera. Pero distante de separarle de su mayor pasión, la música, su afección reconfiguró el estilo impactante de sus composiciones; investigadores holandeses aseguraron que mientras avanzaba la pérdida de audición, sus partituras evolucionaban significativamente. De igual modo, el hombre de fe que no escucha las profundidades del Espíritu tendrá que bailar al compás del son más popular. El oído es el instrumento que Dios usa para transmitir la sonata de la fe, el antedespacho de su sabiduría, el pasillo hacia la recámara de su gloria. Quienes aman oyen con el corazón y comprenden, y quienes comprenden se convierten en voceros del amor, porque el amor es la música de los hombres de fe.