Inequívocamente la fe puede mirar sólo a través del visor de la confianza en Dios. A las siete semanas un embrión humano tiene tamaño de garbanzo y pueden distinguirse los rasgos del rostro, tiene colita y su parecido es muy lejano a lo que será cuando nazca, ni hablar cuando cumpla setenta años.
Así fuimos, ¿y quien podría haber acertado en lo que eres hoy? ¿Inaudito, verdad? Tal vez mentes pequeñas, sistemas cerrados, no pueden ver ni creer lo que serás capaz de concebir; no te entienden, ni te apoyan, porque tu sueño no se parece a nada conocido. Supéralo, no abortes en el proceso, ¡Dios cree en ti! Los grandes retos requieren una gran paciencia, las grandes visiones, una gran resistencia, los grandes sueños, ¡un gran corazón!