Entiendo perfectamente que haya personas que no estén listas para entender o aceptar como reales ciertas promesas de Dios, o que sólo lo hagan parcialmente. Dios estará presto para trabajar tu incredulidad si oras y le pides sinceramente. Lo cierto es que mientras prepara tu corazón debe transformar muchísimas cosas en tu vida para que llegada la promesa puedas sostenerla. Como ciertos troncos huecos y portadas de redes sociales, tu vida contradice la apariencia, requiere de una reingeniería espiritual para restaurar, reestructurar y acentuar cosas. Implica un acto de sinceridad profunda, aceptar que aunque perdimos la batalla, con Dios ganaremos la guerra, que la solución a los problemas viene en formatos impensados, pero viene, que debemos descansar de fingir y esforzarnos en confiar en el único que quiere, puede y lo hará.