Queremos las bendiciones, pero no las condiciones; buscamos acercamiento con Dios, pero no intimidad; buscamos su favor pero no su presencia. Nos acomodamos a amar según un patrón y dejamos de lado el propósito; nos avergonzamos de creer demasiado, pero no de ser recurrentes pecando. Le bajamos el volumen a las oraciones, pero gritamos nuestras canciones preferidas. Dios es lo más grande, así decimos, pero que bien lo escondemos entre nuestros secretos. Decimos Dios me perdonará, pero somos un pozo de intolerancia; damos gracias a la vida, llevamos un amuleto e ignoramos al creador, de paso, nos irritamos por quien cree diferente o con más intensidad… Paciencia, quien no entiende por amor aprende por dolor.