Viajamos al mundo de los recuerdos cuando parece que no hay manera de lograr los sueños y vivir tiempos mejores. Por eso hasta nos atrevemos a amar en pasado y descuidar la realidad. Olvidamos que de Jehová es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en el habitan, ignoramos que el gobierna; la ignorancia de lo divino coopera con los puntos ciegos que ya tenemos afectando nuestra percepción de lo real.
Una rosa brota tan lentamente ante nuestros ojos que somos incapaces de percibir tan formidable despliegue de pétalos, aunque fijemos la vista por las aproximadamente dos semanas que tardará abrir. Cree, Dios muda los tiempos, acelera los procesos, mientras teje su pensamiento entre nubes para que llueva su promesa mientras entonamos el canto de la espera.