El Salmo 37 es un himno a la confianza plena en Dios Todopoderoso, cuyo amor excede todo lo recibido, lo pensado y conocido. El verso 4 nos dice que amarle es un deleite, y mientras quedamos anonadados adorándole, Él trabaja en satisfacer los deseos más profundos de nuestro corazón; lo escondido, cada capricho, los sueños, y lo imposible.
Aunque su reloj eterno marca tiempos distintos al nuestro, puntualmente ejecuta sus divinas maniobras. Sin duda, sus manecillas empalmarán milagrosamente en el cuadrante del tiempo señalado y diseñado por El para sorprendernos. No abordes otro tren, sigue el curso de la palabra y la fe, Dios cumple! Su fidelidad muda los tiempos, transciende tiempo y tiempos, diseños, escenarios, traspasa edictos y derriba muros. Adórale, como creíste será hecho.