Se dice que la paciencia excede a la fuerza, y que el tiempo todo lo cura. La cuerda se afina con el roce constante del experto, soltando su música, de lo rudo pasa a lo sublime, de lo simple a lo exquisito, de la cuerda del pensamiento a la audible; sucede en cada minuto de apasionada persistencia y estratégica determinación. Todo “lo que se quiere” debajo del sol tiene su hora. Y dado que nadie puede atrasar o adelantar el minutero, hagamos lo propio, vivamos la espera como la meta, “ahora” es tan relevante como la “hora” esperada. La existencia humana es como un instrumento que quién aprende a tocarlo puede hacer que el tiempo se convierta en música, la música en momentos sublimes y esos momentos en pura vida.

Posted in Rosas para el alma

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas