Vivimos en escenarios donde lo único seguro es el cambio, las reglas son puestas a prueba, de hecho, el rigor y la coherencia suelen tambalearse si no somos congruentes con nosotros mismos y con la verdad. Ser valientes y quebrar la tendencia regular de quienes buscan la aprobación fácil de su entorno es todo un desafío. No optar por las vertientes populares, empujadas por sectores relevantes es el llamado santo. Jesús insistió sin rodeos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”.
Triunfar sobre toda tentación que nos precipita a la cañada de la fanfarronería, requiere de la voluntad de ser santos, esa que no proviene de nuestra calidad moral, sino de una real pasión por su presencia.