La madurez puede reconocerse observando que lectura dan algunos a los acontecimientos. Son los topes como los fondos los que marcan el diámetro de sus panorámicas y la objetividad de sus miradas. El apóstol Pablo dijo: “cuando era niño hablaba como niño y pensaba como niño pero luego dejé lo que era de niño”… Dejar la orilla de la inocencia, la falda de los sueños, escaparse del pensamiento social aceptado o pasar del reino de las tinieblas al de Su luz admirable hará que no corras como niño, o escuches como la mayoría, ni hables como si no hubiera consecuencias, o que ores religiosamente. La doble moral ocurre cuando miro como adulto, pienso como sabio y actúo como niño… La sensatez llega cuando miro como sabio, actúo como adulto y los niños me imitan.