Quedarse en la caverna de la traición, en el pantano de la amargura o en la copa rota del rechazo puede ser muy peligroso, las sombras impenitentes de la depresión, el miedo, la soledad del abandono y la auto conmiseración nos llevarían de un abismo en otro en un oleaje asfixiante.
El brazo fuerte de Dios está ahí vigoroso, extendiéndote gracia, misericordia y protección emocional, física y espiritual frente a todas tus batallas. Él te dice: te sostengo de tu mano derecha, no temas, yo te ayudo. ¡No necesitas que te lancen una cuerda, ni te permitas soltar la toalla y dejarte atrapar por el desaliento. Abrázalo como un niño… Su amor nunca falla! Las sombras del desamor son muy amargas, pero la luz de su presencia todo lo cambia.