No es bueno subestimar a ciertas personas que pasaron por tu vida, cada una ha sido un maestro del que tienes lecciones aprendidas y por aprender. Una de las razones por las que no tomamos las lecciones es por orgullo, pero también por el dolor, más hay que saber que cuando te ofenden o marcan tu alma, la mayoría de las veces son tus expectativas las que duelen. Cuando maduramos comprendemos que evaluamos mal esas personas, sobrevaloramos ciertas relaciones mientras subvaluamos las lecciones que dejaron “en tinta”. También es cierto que “lo permitimos”. Sepamos que las lecciones que necesitamos vienen de donde menos esperamos, que dejamos de crecer pero nunca de aprender y somos mayores que nuestro destino. Los fracasos marcan, las lecciones transforman.