Pasamos por caminos que nunca pensamos recorrer, de la misma forma hemos vivido noches en vilo, pruebas que no tienen para nosotros ningún sentido, luchamos por ordenar la mente, revisamos nuestras acciones, hacemos introspección a cada sentimiento del alma, nos arrepentimos, y aunque nos sabemos imperfectos, también reconocemos el hecho de que no hay indicio alguno de una razonable causa. Se tambalea nuestro mundo sin un por qué. Pero Dios ha estado gestando su magnífica obra contigo, sin ruidos ni pausas, y a su mandato los rocosos suelos se abren. Aquella inexplicable tormenta, desaparecerá y el acosante dolor te abandonará. Así, también llegarán a tu vida aquellas bendiciones que como lluvia de gracia el Altísimo diseñó para ti, y cuando llega la hora, Dios no admite demora.