Aquella noche Pedro ve a Jesús caminando sobre las aguas, y grita: “Señor, si eres tú, ordena que yo también camine sobre el agua y vaya donde estás. “Mateo 14:28”. Mientras todos veían horrorizados “un fantasma”, Pedro vio claramente al Mesías. Comúnmente cuando estamos en problemas vemos primero al mismo enemigo haciendo de las suyas. En primer lugar buscamos ayuda en nuestros relacionados, luego en los relacionados de nuestros relacionados y finalmente en Dios. Pero Pedro, combatiendo la peor tormenta de su vida, ve a Jesús, y cuando las dudas lo estremecen y comienza a hundirse, no trata de regresar a la barca ni se dirige a sus once compañeros; clamó directamente a Jesús, porque supo que antes que atravesemos nuestras tribulaciones, Él ya se ha adelantado para librarnos.