Toda promesa tiene un propósito y varios objetivos, si conociéramos cómo nos iremos transformando en “el camino” a la promesa y cómo se van cayendo los velos con respecto a Dios y su corazón que habían en el mío, aceleraríamos el paso, pero si conociéramos de antemano los obstáculos que enfrentaríamos y la oposición mortal del enemigo para impedir su cumplimento, nos devolveríamos. Una cosa es clara, la persona a quien se le da una promesa no es la misma que la que recibe la promesa. Las promesas traen cambios insospechados. Abraham fue mudado a Padre de naciones «durante el camino» para poder abrazar su destino y sostener su promesa. Entonces, una cosa es cierta, una promesa puede acabar con el destino de quienes no son transformados en el camino.