Generalmente preguntamos por qué Dios permite la adversidad en nuestras vidas. Y, por cierto, la adversidad y la aflicción andan juntas; Jesús no nos pintó un panorama de felicidad, ni dijo junto a mí la encontrarán, dijo: “En este mundo tendrán aflicción pero confíen, yo he venido al mundo”. Quien ha vivido aflicciones profundas sabe perfectamente que su desesperación no reclama la felicidad, sino la salida y la paz.
Jesús vivió gran adversidad, oposición y aflicciones, pero las encaraba conociendo que su oscuridad que revela la estrella que te guía a tu destino, y es permitida porque desenmascara la falsedad de muchos, lo valioso de otros y la presencia de Dios. En la oscuridad se conoce la luz, en la aflicción a los amigos y en la adversidad a Dios.