Nuestro mundo siempre ha vivido amenazado por males extremos, que operan como enemigos impenitentes. Nos desafían y apuestan a que perdemos la batalla. Pero sigamos persuadidos de nunca rendirnos. Todavía es posible hacer mucho, aunque sea poco a poco. Nuestro Señor Jesús nos desafió a contrarrestar este virus implacable que derrota nuestra esencia: “…por causa de la maldad, el amor de muchos se enfriará”. El amor es la célula madre de la grandeza, necesitamos amor a prueba de males, “amor divino” no humano. Amar a otros nos hace felices, amarnos a nosotros mismos nos hace solitarios; amar a los demás, así sea sólo un poco, trae tanta satisfacción. Aunque la vida haya escrito tus peores capítulos, vive amando. ¡Es el amor, quien borrará todas tus tragedias!