Ciertas personas gustan de ser respetadas y reconocidas por sus posesiones, por su apariencia, por sus logros, pero también conocemos a quienes desean ser reconocidos por sus valores. Sin embargo, instintivamente, el hombre demuestra lo que quiere, y lejos de lo que aparenta ser, revela lo profundo de su interior. Aquello a lo que apuesta, invierte y da su mayor calificación, es “su pasión”, allí reposará su tesoro, y allí también estará su corazón! Jesús lo enseñó magistralmente. Busca, obtiene y mantiene aquello que ama, o considera importante. Vale por su aprecio, no por precio. Los niños aman a quienes les aman, los jóvenes aman el placer, los maduros aman lo necesario y los ancianos aman lo verdadero. Dime lo que amas, y te diré quién eres. l

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