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Los resultados oficiales del X Censo Nacional de Población y Vivienda 2022 (XCNPV), finalmente fueron expuestos a la luz pública y sus conclusiones, al menos, las de tipo demográfico plantean interrogantes controversiales, pero, sobre todo, motivo de análisis fríos. Los resultados definitivos fueron revelados este 27 de junio de 2024, y los mismos demuestran una tendencia preocupante, aunque sostenida en las últimas décadas. Y es que desde el 2002 (últimos 20 años) la población dominicana viene en decrecimiento constante, y más grave aún, envejeciendo.
El Censo dominicano en el contexto demográfico global. Parecería contradictorio o muy negativo ver estos números y que muchos medios de comunicación venden mediáticamente animando el morbo sin contenido informacional de calidad, pero sobre todo carente de data estadística y científica, más no lo es si situamos a la República Dominicana dentro del índice demográfico mundial. Sin embargo, no deja de ser preocupante para reorientar políticas públicas tendentes a mantener la sostenibilidad social y económica del Estado dominicano en el tiempo. Así, el índice demográfico mundial y las tendencias desde 1998 han sido, de amplio, sistemático y consistente crecimiento al menos en términos absolutos, en especial, gracias a India y China, los dos gigantes demográficos del mundo, aunque en términos relativos hayan ido en declive.
EE. UU., de su parte, ha ido decreciendo paulatinamente y teniendo los más bajos índices de los últimos años teniendo una tasa de crecimiento por debajo del 1% desde el 2008 (0.9%), llegando a un mediocre crecimiento oscilante entre el 0.5% y 0.4% del 2018 al 2022, aunque conserva distantemente el tercer lugar como país más poblado del mundo, aun estando por debajo del índice mundial de crecimiento demográfico situado en el 1.2% de acuerdo a las estadísticas del Banco Mundial (BM). Aunque, en términos absolutos, China e India, mantienen el liderato gracias a sus altos caudales poblacionales, el crecimiento relativo no ha sido tan marcado, pues también de acuerdo con el BM, durante el período 2000-2022, China logró un crecimiento de 0.5%, también por debajo del promedio mundial, mientras que la India, logró superar el promedio mundial al alcanzar un crecimiento del 1.3% anual, explicándose así el porqué de desplazar la población china en el índice demográfico global.
Paradójicamente, y aunque parezca “alarmante” este índice de crecimiento tan bajo de la población dominicana, retratado en el citado Censo RD 2022 publicado ahora en junio, 2024, es similar al crecimiento de la población mundial que, de acuerdo con los “Indicadores de desarrollo mundial de dinámicas demográficas” del Banco Mundial (2017-2022), se sitúa en un 1.2% como promedio mundial, el mismo que situaba a la República Dominicana en el referido período. Llama la atención también que el mismo estudio internacional ubica al vecino país de Haití en un crecimiento de 1.5% anual, lo que indica que crece a un ritmo más acelerado que la población dominicana, lo cual también envuelve riesgos fronterizos y migratorios ante la agudización de la crisis humanitaria verificada en dicho país con el cual la RD comparte la misma isla de La Hispaniola.
El Censo dominicano en el contexto demográfico global. De su lado, Latinoamérica y el Caribe, en términos globales, tienen un crecimiento del 1.1% anual. Toda esta data nacional, territorial, regional y mundial plantean una indiscutible amenaza y retos de políticas públicas que deben ser enfrentados a la mayor brevedad posible.
Los números demográficos preocupantes para RD y el caso chino. Vistas en el contexto socio-económico dominicano, estas estadísticas hechas públicas por la Oficina Nacional de Estadística (ONE), dirigida por mi apreciada exprofesora Miosotis Rivas, contrastan con la tendencia de que cada vez más hay más embarazos adolescentes, y con la movilidad migratoria creciente hacia los cascos urbanos, la cual arroja crecimientos exorbitantes en los últimos años de acuerdo con estadísticas pseudo-oficiales, lo que aumenta el hacinamiento y los mayores riesgos de “procreación temprana”; para muestra un botón, en los últimos días me enteré de 2 casos que, a mi juicio son un retrato de la realidad altisonante de la República Dominicana y que, sin dudas, disparan las alarmas: un embarazo de una adolescente de 14 años y otra de alrededor de 20 años, de fuentes de primera mano. Sin embargo, el proclive demográfico evidenciado en el Censo RD 2022 ahora anunciado nos ubica en proyección hacia una sociedad envejecida en las próximas dos décadas, estimándose el 2050 como el inicio del declive.
¿Qué hacer, entonces? ¿Crecer de manera desordenada o detener el crecimiento de una potencial masa productiva? Es el debate que ahora nos concierne en la República Dominicana. Podemos tomar referencias geopolíticas y experiencias vividas en otros países.
La República Popular China es el ejemplo más apropiado para el análisis comparativo, a pesar de que los niveles de desarrollo económico, humano y configuración demográfica no sean comparables con la nación dominicana. Empero, en China se evidencia una tendencia similar a la dominicana, pero aún más agresiva debido al tamaño no solo de la población, sino abismalmente de la economía. La segunda potencia económica del mundo enfrenta, en la actualidad y sobre todo desde la era post-COVID, una reducción paulatina y un envejecimiento progresivo de su población, lo que limita su fuerza productiva y capacidad de consumo. El caso de las economías europeas es aún más grave, a medir por el impacto del índice de envejecimiento a niveles alarmantes de los principales países de Europa.
El Gobierno chino, que durante más de 30 años (1982-2015) implementó la política de “Hijo único”, logró reducir el crecimiento poblacional, por temor a que este proceso demográfico acelerado fuera un obstáculo al desarrollo económico del gigante asiático, y de igual forma, el crecimiento desordenado de habitantes impactara los altos niveles de contaminación ambiental de por sí y entonces concentrados en las grandes ciudades urbanas chinas.
El resultado es que, mientras China fue sostenidamente el país más poblado del mundo durante más de medio siglo y desde 1950 año en que comenzó a medirse la población de manera oficial y sistemática, esta tendencia finalizó en el 2023, cuando la India la desplazó del puesto #1 de la población mundial, al obtener una proyección de 1.4286 billones de habitantes, sobre los 1.4257 billones de China, unos 2.9 millones menos, de acuerdo a fuentes que involucra el Fondo de población de las Naciones Unidas en su “Informe del estado de la población mundial” (2023) [En inglés, United Nations Population Fund’s (UNFPA), “State of World Population Report” for 2023].
Sin embargo, los chinos, al parecer, detectaron “a tiempo” un déficit en esta política pública, pues si bien ayudó a resolver “el problema en el corto y mediano plazo”, a largo plazo, se han visto ahora amenazados. Es por ello, que han querido, quizás a tiempo o ligeramente tarde, retrotraer la contracción demográfica, en cuanto, no solo amenaza la competitividad económica y capacidad de consumo, sino también su fuerza productiva y tecnológica de cara al crecimiento sostenido de la economía china como ha sido el patrón de las últimas dos décadas.
Es por tales razones que, en octubre de 2015, China abandonó “definitivamente la política de hijo único”, manteniendo, sin embargo, un límite de dos hijos por pareja. Ello no fue suficiente, y el desmonte de esta medida continuó en mayo de 2021 cuando el límite pasó a tres hijos por familia. Más tarde, todos los límites y las sanciones por ello fueron totalmente limitados: léase, en China, las familias ya pueden tener todos los hijos que quieran. Los resultados están por verse, pero de seguro, al menos, esta medida traerá resultados en mantener el posicionamiento como la segunda economía mundial, bajo el esquema de que el poder adquisitivo de una sociedad demográficamente voluminosa, al margen de su presencia exportadora, es lo que mantiene en la cúspide los productos internos brutos de estos países.
El problema del decrecimiento y envejecimiento de la población dominicana de cara al futuro. – En el caso de República Dominicana el abordaje es sumamente más complejo. No solo porque demográficamente no es comparable con China, y tampoco el alcance de estas economías ni sus avances tecnológicos, sino también, siendo un país en vía de desarrollo, aun con serias debilidades institucionales y de estructura programática, atacar los niveles de “natalidad organizada y planificada” sin limitar un incentivo al crecimiento demográfico resulta sumamente improbable, o cuesta arriba, al menos, en el corto plazo.
La sociedad dominicana no solo tiene un problema de tipo estructural e institucional, sino también cultural y educativo. Un gran desafío. Los dominicanos, en general, aún no estamos preparados ni somos maduros para asumir una política como la china para que el crecimiento sea sostenido, organizado y provechoso, sin impactar necesariamente el desarrollo humano y el funcionamiento eficaz de un estado, de por sí deficitario por décadas en los servicios públicos y función de protección social, a pesar de haber experimentado una importante mejoría en los últimos años, en especial, en el curso de la presente administración gubernamental.
De modo que, plantear un incentivo al crecimiento demográfico en un país donde los controles de natalidad son nulos y la “procreación temprana” como la llamo, más que una eventual política pública es un problema que ataca considerablemente los sectores más vulnerables de la sociedad dominicana y que incide, en aspectos tan claves como la deserción escolar, la sostenibilidad económica de los hogares, la educación superior y hasta en los índices de criminalidad. Lo cual, de algún modo, impacta también la preparación tecno-académica de nuestros niños, adolescentes y jóvenes que han de ser la fuerza productiva futura de la nación.
A partir de estos resultados del Censo RD 2022, entiendo que las reformas no solo deben girar en torno a lo constitucional, el régimen penal y endurecimiento de penas para disminuir la criminalidad, la seguridad social, y a fortalecer la educación de calidad, como ha comprometido el presidente Luis Abinader para sus próximos cuatro años de gobierno, haciendo énfasis en la reducción total de la pobreza extrema y hacer de la educación la espina dorsal de las políticas públicas de su nuevo gobierno (2024-2028) y con ello poder superar las fronteras del subdesarrollo, sino que esto debe ir acompañado de una política de liberación demográfica controlada, que permita mantener y aumentar no solo la población joven, sino también lograr que esta no crezca en estado de subdesarrollo y con las falencias que reflejamos hoy porque en esa medida, no solo tendremos una población envejecida, sino que estaremos fomentando una población joven atrasada, y no adaptada a los retos de los nuevos tiempos, más inútil que la misma vejez que enfrentaremos en las décadas por venir.
Propongo, por tanto, un “Pacto Nacional Demográfico y Cultural”, donde no solo participen todos los sectores sociales, políticos, religiosos, institucionales y empresariales, sino que incluya una gran jornada educativa y ciudadana en todo el país, dispuesta de manera permanente no solo en las articulaciones sociales y comunitarias, sino que sea parte del proceso formativo y escolar durante un plazo de 10 años, que nos permita abordar un ciclo demográfico y generacional a partir del cual aquellas transformaciones estructurales, institucionales, jurídicas, sociales y políticas que hoy debatiremos, al menos evidencien algún impacto en la madurez de la población dominicana del mañana.
Por tanto, este proceso de “liberación demográfica controlada” debe ir acompañado de una fuerte preparación cultural, social, académica, intelectual y tecnológicamente de la población económicamente activa que será el futuro de la nación en medio de este proyectado declive demográfico y envejecimiento que atentará no solo contra nuestra competitividad económica como país en la arena internacional, sino y sobre todo que impactará sensiblemente nuestros niveles de desarrollo y subsistencia sostenible como nación y país en el tiempo.
Aneudy De León M.
El autor es jurista, analista y dirigente político. Especializado en Derecho Internacional, Regulación Económica y Responsabilidad Civil (Universidad Pantheon-Assas, Paris II). Abogado litigante, estratega de negocios y consultor empresarial. Ha realizado diplomados superiores en Ciencias Políticas y especialidad en Relaciones Internacionales (FLACSO), así como cursos de Gerencia Política (George Washington University). Actual maestrando de Ciencias Políticas y Políticas Públicas de la UASD (2023-2025).