Cuando escuchaba el evangelio de San Mateo este pasado domingo, no pude dejar de pensar en las diferencias que a diario se suceden en nuestro país.
San Mateo decía “En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos, si tu hermano peca repréndelo a solas, y si te hace caso lo habrás salvado. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos para confirmar el asunto de boca de dos o tres testigos para confirmar el asunto, de lo contrario díselo a la comunidad y si no hace caso considéralo como un gentil y publicano y les aseguro que lo que atan en la tierra será atado en el cielo y lo que desaten en la tierra será desatado en el cielo, les aseguro que si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra se los dará mi Padre que está en el cielo, porque donde dos o tres estén reunidos en mi nombre ahí estoy yo entre ellos”.
Si en todos los ámbitos de nuestra vida aplicáramos este evangelio, qué diferente sería la convivencia. Jesús le pide a dos que se pongan de acuerdo, nosotros no podemos ponernos de acuerdo para las cosas más esenciales de la convivencia.
Nos debatimos por años por una ley de partidos y nos lleva a preguntarnos, si los que tienen la responsabilidad de dirigirnos no son capaces de ponerse de acuerdo en cómo organizarse ellos, ¿qué esperamos de los demás?
Nos debatimos en cuánto debemos gastar en unas elecciones, cuando muchos añoran poder comer una vez al día. Nos debatimos si las primarias deben ser abiertas o cerradas. Para unos sería el fin de los partidos porque alegan que daría pie a un mayor transfuguismo. Otros admiten, sin vergüenza, que los listados no reflejan la realidad de los partidos.
¿Cómo pueden entonces pedir orden a una población, porque cualquiera podría alegar para incumplir las leyes que no está organizado?
Nos quejamos del gasto enorme de nuestras elecciones y ahora proponemos pagar el registro de ciudadanos de Haití.
Existen al parecer recursos para muchas cosas pero escasean para otras. Podemos entonces desatar aquí en la tierra y estaremos obligados a desatar en el cielo.
Hemos perdido la capacidad de poner a hermanos de acuerdo y sin duda se han convertido en gentiles y publicanos.
Ha sido imposible ponerse de acuerdo dónde depositar la basura sin tomar en cuenta los efectos nocivos, como no podrán amarrar en la tierra no podrán amarrar en el cielo.
El daño del narcotráfico a la juventud, sin dudas que los gentiles y publicanos, como no podrán amarrar en la tierra no podrán amarrar en el cielo.
Los atracos, los asesinatos de mujeres, los abortos, no ha sido posible convencer a unos y a otros del daño y a pesar de haber intervenido muchos en tratar de evitar estos crímenes, no ha sido posible. En la tierra no han podido atar y no podrán tampoco en el cielo.
Es imposible ponernos de acuerdo en el pacto eléctrico, a pesar de haber buscado a más de dos testigos, tampoco podemos llegar a un pacto fiscal porque los intereses están por encima de todo y terminaremos desatando en la tierra lo que desataremos en el cielo.
No tenemos la capacidad de salvar a nuestros hermanos, porque hemos perdido voces capaces de indicarles el camino, hemos perdido referentes. Los intereses, el odio, la mentira y el chantaje están por encima del interés por un mejor país. No somos capaces de atar en la tierra para luego atar en el cielo.
Para sobresalir buscamos cualquier medio, no importa el daño que hagamos al prójimo, lo importante es hacer creer que se tiene un liderazgo que no termina más que en un vocinglero amargado, disfrazado de oveja, lleno de odio y rencor contra todos.
¿Cómo hacer para que dos se pongan de acuerdo, que enseñen a los demás la importancia del camino justo y no de la incomprensión que nos lleva al precipicio?
Cuando hablamos de comunidad nos preguntamos: ¿De cuál? ¿La que busca la más mínima oportunidad para denostar al otro?, ¿la que dice una cosa y hace otra? o ¿La verdadera comunidad: la que piensa, la que procura ayudar a los demás, la que se sacrifica por lo que cree, la que da sin pedir nada a cambio?
Ojalá seamos capaces de buscar acuerdos, porque el mundo va por mal camino y terminaremos siendo gentiles y publicanos y habremos perdido la oportunidad de salvar al hermano.