Con la situación del mundo generada por obstrucción de las exportaciones de alimentos de Ucrania, más al regularizarse la situación en Haití con la ocupación militar por venir, más la demanda de las tropas de ocupación, a las que le será más barato suplirse en República Dominicana que traer alimentos desde el exterior o lugar de origen, se incrementarán las exportaciones de alimentos. Todos los dominicanos esperamos, anhelamos la repatriación de los indocumentados. Pero la verdad es que hacerlo ahora, con esa situación infernal que viven, sería agravar la situación de Haití y lanzar al fuego a esos extranjeros. Pero con la normalización de la situación en Haití por la ocupación, sí estarán dadas las condiciones para su progresiva repatriación.
El país está llamado a pasar de ser un país ocupado por nacionales haitianos, a un país estricto en cuanto a la aplicación de las leyes migratorias y convertirse en un país liberado de tal ocupación. Queremos lo mejor para los haitianos, y estamos dispuestos a cooperar, pero en su país.
Muchas voces interesadas han tratado de confundir a la opinión pública global sobre la situación de República Dominicana y Haití. Es simple, el paísno puede cargar con más de tres millones de haitianos en su territorio, que desplazan a nuestros trabajadores, saturan hospitales, escuelas y deprimen salarios.
El cáncer haitiano es la miseria y el analfabetismo, y la falta de oportunidades. Por la extrema concentración de la riqueza, y la necesidad de redistribuir la tierra con un eficiente programa de reforma agraria, invertir en presas y canales de regadío para alimentar de agua un sector agropecuario, alfabetizar a sus ciudadanos y construir un sistema de salud pública. Eso sería un cambio para Haití.
Es prudente poner a República Dominicana en capacidad de convertir en productos no perecederos su producción agropecuaria. Con la construcción de agroindustrias municipales, el país debe dar el salto de vender productos agropecuarios frescos, a vender productos manufacturados.
Y esas plantas de procesamiento municipales de alimentos, podría construirlas el Estado, y luego convertir su valor en acciones de mil pesos y venderlas a los residentes, emigrados o inversionistas interesados locales o extranjeros. Sería una excelente estrategia para atraer inversión extranjera, que a su vez, relanzaría el sector agropecuario.
Y sería crear las condiciones, para que el país dé el salto de una sociedad agrícola y de servicio, a una sociedad industrializada y posindustrial.