En estos días me abordó una dama al terminar una conferencia. Me decía que lo expresado acerca de mejorar la vida está muy bien, pero que no lo ve alcanzable por el gran esfuerzo que debemos hacer.
El mundo va cambiando a una velocidad sin precedentes, incide en nuestra vida y, si no avanzamos con él, el resultado no es que no adelantamos, sino que retrocedemos.
Hace 30 años redactábamos una carta a mano y hacerla llegar a su destino requería de varios días. Hoy, en segundos, escribimos un mensaje y, de inmediato, le llega al destinatario. Contestación de vuelta y más respuestas lo convierten en una larga conversación. Manejar la tecnología no es un lujo, sino una necesidad.
En lo financiero también hay avances constantes. Qué decir en la nutrición y la medicina. Hoy también vemos adultos mayores con mejor condición física que la mayoría de los jóvenes de menos de 40 años. La realidad es que para donde miremos vemos avances y avances; si no damos pasos, es completamente difícil mantener el ritmo.
Podemos ser empleados, independientes, desempleados, personas que no trabajan, retirados o cualquier otra variante, pero no podemos dejar de querer vivir mejor.
–Pero, ¿cómo lo logro, Diego Sosa?
No es fácil, pero tampoco difícil. El truco está en entender cómo vienen los avances. Por más que nos parezcan de repente, han sido poco a poco. Nuestra evolución debe ser como la canción de Pavel Núñez, Paso a paso.
Si quiero una mejor condición física, debo entrenarme e ir mejorando cada semana. Sin darme cuenta tendré la condición que deseo. Claro, mantenerla dependerá de más ejercicio y buena nutrición.
Hacer un curso de finanzas o de alguna habilidad técnica requiere tiempo, lo sé. Pero también sé que dicho tiempo no tiene que ser todo en un mismo día.
Mi sugerencia es que demos pasos todos los días. En cuatro minutos diarios podemos lograr avances mensuales extraordinarios. Es cuestión de disciplina, constancia y, sobre todo, de disfrute al hacerlo. ¿A qué avance dedicarás cuatro minutos hoy?