Siempre que se insiste en algo, la experiencia me dice que hay algún interés detrás. Hemos oído el informe que un grupo de ambientalistas en un país donde cualquiera tiene un título y puede manosear datos que no conoce hasta el cansancio.
A los críticos les hemos dado datos de las auditorías ambientales de la planta, los hemos invitado a visitar las instalaciones, pero para poco ha servido. Leí el estudio mucho antes de ser publicado, uno de sus autores me lo regaló.
Cuando vi los datos de la medición del aire, estos estaban muy por debajo de los límites medioambientales de nuestro país y de los establecidos por el organismo responsable de gestión ambiental en los Estados Unidos (EPA) por sus siglas en inglés.
Asistí a la puesta en circulación del libro y uno de los autores confesó que en el país no teníamos los datos suficientes para determinar los efectos de la central termoeléctrica.
Las conclusiones del libro estaban escritas mucho antes de tener datos y es lo que se ha pretendido desde una puesta en circulación que se repite cada tres meses y pienso que ahora con mucho más interés por la proximidad de las elecciones generales del próximo año.
Se llega a cuantificar número de personas que serán afectadas, que son sacados de la manga como los magos que nos deleitan con sus ilusiones, en esta ocasión se juega con las vidas humanas. Se llega a la irresponsabilidad de querer aprovecharse del luto nacional que generó la tragedia de San Cristóbal para decir que lo que puede suceder en Punta Catalina puede ser muchas veces peor.
La auditoría técnica elaborada por la firma Sargent & Lundy, determinó cuales puntos que se habían corregido y que estaba pendiente. Nada que no resuelva reclamando al consorcio como venimos haciendo en estos tres años.
Yo podría perfectamente sumarme a las alharacas de Enrique de León, siempre es simpático ser gracioso, no tengo nada que ver ni con el consorcio ni con el gobierno pasado. Mis críticas están contenidas responsablemente en el reporte del equipo designado por el presidente Medina. El destino me deparó llegar a Punta Catalina.
Sin embargo, todo el que participó en la primera puesta en circulación, como lo hice yo, escuchamos al doctor Carlos Sánchez decir que no había datos suficientes para sostener muchas de las conclusiones que se balbucean todos los días.
Para ir más lejos, en agosto del año pasado, en una comunicación que el ingeniero José Luis Moreno San Juan, Director del Instituto de Energía de la UASD, dirigía al Ministro de Medio Ambiente, decía, ”concluimos que ese informe sobre la contaminación de la Central Termoeléctrica Punta Catalina no sea tomado en cuenta para ninguna decisión del Estado con relación a la Central”.
Todos los que tengan el estudio de la Coalición por la Salud y el Medio Ambiente, pueden buscar en la página #75 el estudio que critica Punta Catalina y compara datos antes de la construcción y otro después, encuentra que sólo Nizao tiene valores mayores, Sabana Uvero y Covacasa tienen actualmente valores menores de partículas suspendidas que antes de la instalación de Punta Catalina.
Es el mismo estudio de la Coalición que dice “todos los valores encontrados están por debajo del límite que establece la ley ambiental dominicana, la EPA y la OMS21 con excepción de Nizao y Covacasa que están sólo por encima de OMS21, pero cumpliendo con EPA y Medio Ambiente RD”.
Próximamente, la empresa Rina Consulting vendrá a auditar las mediciones que hacemos de forma rutinaria, y estarán a la disposición de todos.
En una reciente conferencia en la Feria del Libro, los catedráticos David Medina y Daysi Aguasvivas de la UASD dicen “que se puede deducir la intencionalidad de crear confusión en la población que desconoce los avances tecnológicos que actualmente existen para control de la contaminación medio ambiental, toda la publicidad se centra en la contaminación de esa central que emitía gases y partículas pero como la realidad fue muy distinta a partir de ahí se idearon otros argumentos para evitar que la central operara”.
En la conferencia citada también dicen que “Punta Catalina compite ventajosamente con plantas de carbón que operan en otros países. En los Estados Unidos el promedio de CO2 liberado a la atmósfera por el parque de plantas a carbón es de 1,020 gramos por cada KWh generado. En Europa, Asia y Australia es de 997 y 819 gramos por KWh producido”.
Punta Catalina está en 789 gramos por CO2 producido, sin contar con el impacto positivo de la planta solar que licitaremos próximamente de 41MG, que, de acuerdo con la Federación Europea de la Industria Solar Térmica, por cada MWh de capacidad solar térmica instalada se permite ahorrar 600 kilogramos de CO2. Esta planta será construida con los recursos de Punta Catalina, sin préstamos y al igual será cien por ciento propiedad del Estado dominicano.
Si los medios ambientalistas creen que le hacen un favor al país están equivocados, vivimos del turismo y de las exportaciones y el daño a la imagen internacional es inmenso. Posiblemente, eso es lo que quieren porque más que un interés por la nación lo que se esconde detrás son intereses espurios de personajes a los cuales hemos visto acusando otros sectores sin base y de repente guardan silencio.
Parecería ser que el único problema medio ambiental del país es Punta Catalina, no ponemos en duda que pudo haber costado menos como lo dice el informe del 30 de junio del 2017, la licitación pudo haber sido más transparente, pero nadie puede negar que ha sido un importante aporte a la generación de nuestro sistema energético y que es una inversión de todos los dominicanos.