Santos Aquino Rubio, presidente de la Asociación Dominicana de Profesionales de las Relaciones Públicas (ASODOPREP) y miembro del Consejo de Direción de la Confiarp.
Santos Aquino Rubio, presidente de la Asociación Dominicana de Profesionales de las Relaciones Públicas (ASODOPREP) y miembro del Consejo de Direción de la Confiarp.

No sabemos hasta cuándo seguir soportando el intenso dolor de cabeza que causa el desorden de los motoristas y el caos que generan en las vías del Gran Santo Domingo y otras ciudades del país, ante la desidia del Intrant y de los agentes de la Digesett.

Estamos conscientes y los distintos diarios lo traen a la memoria insistentemente, que somos el primer país del mundo en accidentes de tránsito, con mayor número de víctimas en relativa comparación con las demás naciones, pero todo sigue igual y las medidas para poner fin a este gran problema social siguen en las gavetas de los funcionarios responsables del resolver el problema.

Si a los motoristas, monstruos de siete cabezas, le sumamos el descontrol con los patanistas y los autobuses del transporte denominados “voladoras”, debemos colegir que como el dominicano, nadie soporta estoicamente tantos daños a la vez.

Los motoristas, llámense conchistas, deliverys de colmados y de comida a domicilio, tienen las calles de Santo Domingo, la provincia y el Distrito, sumidos en la peor de las pesadillas y los agentes de control toman fresco en la sombra, chatean o simplemente acechan a quien colocarle la contravención que deben aplicar, pero el desorden sigue en sus narices sin hacer nada.

Somos una sociedad en desarrollo y no hacemos nada con crecer si avanza el desorden como la espiga seca que consume a las verdes, porque no respetan luces, ni restricciones viales ni nada, toman las aceras y contenes cuando estiman que deben llegan a su destino primero que los demás.

Lo grande del caso es que la mayoría de esos motoristas son tan desaprensivos que no valoran sus vidas ni respetan las de los demás, rayan los vehículos ajenos, rompen los espejos y se abren paso sin importar a quién dañen, pues para ellos, la autoridad tampoco importa.

Sabemos que el Gobierno está empeñado en que el país mejore y que las cosas marchen bien, pero a estos ciudadanos de Dios, sin sentido de compromiso y del respeto a los demás, les importa un bledo y siguen campantes por túneles, elevados y los espacios que consideren para lograr su objetivo. ¡Basta ya de caos y del desorden motorizado!

Posted in Punto y Coma

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