Cada año, en el marco de la alegría que para los dominicanos llega con las fiestas navideñas, los extremos suelen convertirse en amargura para muchas familias que pierden a parientes a causa de los accidentes de tránsito, los excesos de parranda, peleas callejeras y otras formas de desgracias que llevan luto a los hogares.
En estas navidades, parece que las medidas oficiales, sobre todo, las disposiciones administrativas de Interior y Policía y las acciones del Gobierno Central por medio de los organismos de socorro, hicieron menos gravosa la situación, razón por la cual los accidentes de tránsito bajaron en relación a otros años y el numero de incidentes fue también menor.
Si estas disposiciones se mantienen, el patrullaje mixto en las calles y negocios, la prohibición del expendio de bebidas alcohólicas a partir de la medianoche, sobre todo, en lugares abiertos, nos colocaría en un nivel de control considerable y la gente tendrá que asimilarlo por el bienestar de la familia y de la sociedad en su conjunto.
El coraje que ha mostrado Faride Raful al frente el Ministerio de lo Interior es loable, porque no ha sucumbido ante las exigencias de los dueños de todo, que siempre quieren imponer su voluntad para hacer dinero, aunque ello signifique la vida de seres humanos.
Esperemos que el asueto que envuelve la llegada de un nuevo año y la despedida del 2024, el comportamiento de la gente siga ese patrón y que los dominicanos podamos tener un respiro ante las grandes tragedias familiares, como se ha hecho tradición en el país y podamos disfrutar con gran alegría y sin dolor, esta importante ocasión.
En accidentes de tránsito somos los campeones del mundo y, justo es, que empecemos a ceder el título a otras naciones, como muestra de que avanzamos como sociedad civilizada y comprendamos que para consolidar el progreso, se requiere contar con la paz como ingrediente necesario.
No importa lo que cueste, la paz, la democracia, el derecho a la vida en sosiego y sin miedo a circular son inalienables a la persona, que no se deben ceder, aunque se deba pagar por ello el precio que en dinero conlleve. Que la llegada del 2025 sea prosperidad para todos.