El vertiginoso proceso de desforestación y la depredación descontrolada de la otrora exuberante naturaleza que hacía de República Dominicana uno de los países envidiables para el turismo y para la convivencia en campos y ciudades, ha sido mermada en niveles que obligan a replantear las políticas medioambientales del Estado.

La intervención sin control ni consecuencias civiles y penales, en una especie de tolerancia de las propias autoridades del Estado, nos ha llevado a los peores niveles en siglos, a lo largo y ancho de nuestra geografía nacional, razón por la cual el próximo Gobierno que emerja de las las urnas tendrá que asumir como prioridad un programa de políticas serias que detenga definitivamente la indiferencia, los privilegios, la corrupción y los abusos constantes que sobre nuestra rica naturaleza cometen desaprensivos nativos y extranjeros, sin vías de consecuencia.

Las lluvias de mayo han dejado al desnudo grandes verdades sobre la irresponsabilidad que en materia de drenaje pluvial, de controles en los proyectos de construcción, la falta de planeación urbana, en las últimas décadas, han hecho que ningún pueblo ni ciudad esté seguro cuando la naturaleza reclama su espacio.

Desde que éramos niños, mayo siempre ha sudo lluvioso todo el mes, pero antes la naturaleza tenía capacidad de amortiguar sus efectos por la exuberante vegetación, la gran capacidad de la capa vegetal, los cientos de ríos y arroyos que asimilaban los torrentes, pero ahora no se pueden pensar en que eso ocurra.

Más de 350 ríos, arroyos y otras fuentes acuíferas se han secado en las tres cordilleras que conforman nuestra orografía con su secuela negativa para las fuentes acuíferas y eso nos ha llevado a la grave situación que hoy nos coloca en estado de calamidad desde que llueve por dos o tres días corridos en el territorio nacional.

Grandes reservas como Los Haitises, José Armando Bermúdez, Sierra Bahoruco y Valle Nuevo, entre otros, son depredados inmisericordemente por desaprensivos criollos y extranjeros ante la indiferencia o acción tardía de Medio Ambiente con inspectores, unos corruptos y otros tolerantes, lo que ha permitido la merma de la exuberante naturaleza legada por el creador.

Estamos seguros de que en la próxima gestión de gobierno del presidente Luis Abinader, como lo reflejan las encuestas, este problema habrá de ser asumido como prioridad nacional. ¡Queremos un país mejor!

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