El municipio Santo Domingo Oeste sigue siendo la cenicienta de la Administración Pública, no sabemos si por la falta de recursos o por la voluntad política de la autoridad municipal, cada día tenemos nuevos dolores de cabeza y el avance esperado por años parece inalcanzable en la distancia.

Desde 2002, cuando se produjo, mediante una ley, la división del Distrito Nacional creando la provincia Santo Domingo en el marco de su territorio con varios municipios, precisamente en la gestión de Hipólito Mejía Domínguez, hemos esperado por un cambio que nos coloque a la altura de otras jurisdicciones, cuyo nivel de apoyo salta a la vista.

En cambio, Santo Domingo Oeste ha sido la cenicienta desde entonces. No cuenta con un palacio municipal propio, un edificio para la Justicia y sus calles siguen siendo vertederos abiertos, debido a que todo el que quiere se hace dueño de los espacios hasta convertirlos en arrabal.

Las calles del municipio, sobre todo de herrera, dan pena, no hay espacio para los peatones, el desorden en el transito es marcado, la basura y las chatarras son dominantes y la ciudadanía no encuentra campo para los reclamos, porque la mayoría de los barrios están hechos un desastre.

No importa cuán preocupado sea el síndico, el gobernador o gobernadora, cuyo rostro no se conoce en la jurisdicción o la incidencia del senador, a quien por lo general se le ve solo a través de los medios informativos. No es un problema de ahora, se arrastra desde la creación del municipio.

Las calles saturadas de vehículos parqueados en ambas direcciones, las chatarras abandonadas, los talles en las aceras y las tiendas que toman los espacios públicos no tienen control. Los vendedores ambulantes solo dejan por beneficio los desperdicios, los imbornales saturados de basura y, cuando llueve, el espectáculo es extraordinario e indescriptible.

Desde 1969 resido en la zona, ahora municipio y, jamás había sentido tanta tristeza por el abandono en que ha sido sumergida esta valiosa, trabajadora, dedicada, esforzada y progresista comunidad. Los gobernadores, senadores y diputados trabajan solo para el municipio Este y, los demás, incluyendo el nuestro, no cuentan. Cuando llueve, la basura corre como barquitos a la deriva, ¡Hagan algo!

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