Desde hace décadas, el Consejo Estatal del Azúcar (CEA), considerado el principal pulmón de la economía dominicana, entró en decadencia cuando el valioso dulce comenzó a perder valor en los mercados internacionales. Desde entonces, ha sido un gran problema para los gobiernos.
Sin embargo, la situación de esta otrora codiciada agencia del Estado se convirtió en un punto de interés para funcionarios y mafiosos que vieron en sus grandes posesiones una oportunidad para sacar provecho particular de los bienes públicos.
Sin embargo, a partir del último cuatrienio del siglo 20, la situación comenzó a tener tonalidades más oscuras y las mafias internas que allí operaban comenzaron a hacer su agosto, y aunque han creado decenas de comisiones para resolver los problemas, al final los usuarios y adquirentes de buena fe siguen siendo timados.
Las siguientes gestiones no lograron sanear el CEA y la presente pasa de tres años con personas que compraron solares de buena fe y la mafia que sigue enquistada allí no facilita la titulación definitiva y, al parecer, será precisa la intervención directa del presidente Luis Abinader para que el CEA les cumpla y puedan tener el terreno comprado para edificar sus viviendas.
En el CEA nadie recibe, no se escucha a la gente en sus reclamos y, si alguna vez alguien te recibe, es difícil que vuelva a hacerlo la segunda, porque al parecer siempre hay alguien poderoso que interviene para que esto no ocurra. Ni siquiera al Colegio de Periodistas se le hace caso en el reclamo de algunos de sus miembros que adquirieron de buena fe a través de la entidad. El CEA no puede ser “Talón de Aquiles” para los gobiernos y menos en una gestión como la actual, que muestra gran empeño en mejorar la situación de las familias más necesitadas, incluio el derecho a una vivienda.
Es tiempo de que se preste atención a lo que ocurre en el CEA y de que termine el juego con la gente que llenó los requisitos y que la agencia oficial nada hace por facilitarle la titulación definitiva. ¡Está bueno ya!