El presidente Luis Abinader emitió el decreto 693-24 para establecer algunas medidas restrictivas a la importación de arroz libre de aranceles, conforme a lo que estable el DR-CAFTA, para proteger a los más de 30 productores del cereal en el país.
Esta decisión del mandatario, aunque críticas ácidas tendrá, es completamente atinada, porque busca hacer justicia a los productores criollos e incentivar su dedicación al campo y ojalá que la medida sea el primer paso para devolver la fe al campesino en la tierra y le haga volver al campo.
Esto pudiera ocurrir con los rubros de mayor consumo de la población y de servicio al turismo y ayudaría a que hombres y mujeres perdidos en el motoconchismo y otras actividades que, lejos de aportar son perjudiciales al orden social, puedan ponerse de vuelta al campo, dejar los suburbios y la arrabalización de las ciudades.
Con programas efectivos de vivienda, seguros de salud y protección social, planes educativos para sus hijos, semillas a buenos precios y créditos con facilidades, el país podría librarse un poco de la mano de obra de extranjeros indocumentados que, lejos de aportar a la economía, se convierten en una gran carga y sacrificio para el erario.
De esa forma se pone freno al proceso de depredación sin límites que se registra en el país, ante la mirada indiferente de funcionarios y colaboradores del Ministerio de Medio Ambiente, que están dejando secas las norias de los ríos y afluentes que conforman la gran riqueza hídrica y dan vida a la majestuosa floresta que tenemos como regalo de la naturaleza.
Convertir al país en autosuficiente suena como música agradable a los dominicanos con espíritu patriótico y que concuerdan en que, por encima de los intereses personales y grupales, están los nacionales y la soberanía.
El DR-CAFTA y cualquier otro pacto internacional que ponga en riesgo los intereses de la patria hay que condicionarlo a la sobrevivencia de los dominicanos que, siempre hemos soportado estoicamente los abusos de naciones más poderosas y la explotación de los mafiosos criollos y extranjeros. Ni un paso atrás en el regreso al campo.