Una vez concluido el proceso electoral de mayo 19, es preciso que las autoridades competentes se pongan de nuevo el traje de la gestión y retomen con determinación aspectos importantes de la agenda haitiana.
La Dirección General de Migración (DGM), como dependencia responsable del control migratorio, debe sonar de nuevo las alarmas en las reservas naturales del país que están repletas de haitianos que depredan los bosques para levantar ranchos, hacer carbón y leña, y convierten en zona desértica nuestros grandes bosques, y secan ríos y arroyos sin contemplación.
Definitivamente estamos rodeados y la punta de la isla está copada por ellos, en nombre de las grandes obras turísticas que se desarrollan en Bávaro, Punta Cana y otras zonas del Este del país y eso se convertirá en breve en un serio problema para la nación, si ya no lo es.
Las brigadas de Migración deben arreciar las redadas y equilibrar la inmigración en un nivel soportable o, de lo contrario, no habrá capacidad para recoger la basura, alimentar los acueductos, comprar medicamentos, camas en los hospitales, los obstáculos en las vías y enfrentamientos inexplicables en las calles y barrios de la nación.
El presidente ha sido claro en su disposición de ejecutar una gestión dirigida a corregir grandes problemas y hacer del país una sociedad vivible y viable, razón por la cual este es de los primeros pasos que han de darse para lograr ese objetivo.
De nada servirían las correctas políticas económicas, una efectiva reforma fiscal, una ley sustantiva blindada, ni la buena voluntad de nuestros mejores hombres y mujeres, si permitimos que el país siga con este desorden migratorio y con los grandes negocios que ello genern para sectores desaprensivos, mafiosos y antipatrióticos, que siempre están al acecho.
El presidente Abinader no puede hacerlo todo y es preciso el esfuerzo conjunto de las fuerzas políticas, los poderes del Estado y los sectores organizados de la nación para lograrlo. Mas aún, la buena voluntad de los verdaderos dominicanos. Es tiempo ya.