Hace poco, la aerolínea Arajet y la Fundación Francina se unieron para facilitar que un grupo de ocho jóvenes pueda viajar a un congreso sobre derechos de las personas con discapacidad que se celebrará en Lima, Perú, a finales de octubre. Hasta aquí, es sólo eso, el viaje de unas cuantas personas, financiado por una empresa y una ONG.

Sin embargo, hay un sentido mucho más potente en esta colaboración. Por un lado, se trata de jóvenes con discapacidad visual que nunca han salido del país, que viven en condiciones de vulnerabilidad más allá de la discapacidad y que forman parte de la Escuela de Liderazgo y Autonomía que impulsamos en la fundación.

Entre estos, hay estudiantes de derecho y de psicología. Otros están haciendo su proceso de ingreso a la universidad para estudiar ciberseguridad y trabajo social. Y todos han agotado un proceso de mentorías, acompañamiento académico, acceso a herramientas educativas y formación complementaria, tanto a niveles técnicos como en materia de habilidades sociales.

Dicho de otro modo, se trata de ocho participantes con todo el potencial para representar la República Dominicana en escenarios de discusión de diferentes niveles. Hablamos de muchachas y muchachos que tan pronto accedieron a las herramientas necesarias, construyeron personalidades fuertes, con habilidades para asumir posturas, defenderlas y conducirse con la autonomía suficiente.

El otro aspecto de la alianza entre Arajet y Fundación Francina tiene que ver con la idea de impulsar acciones de responsabilidad social que impacten la vida de las personas. Arajet, con su programa Mi Primer Vuelo, facilita que jóvenes dominicanos y dominicanas viajen por primera vez a otros destinos, y accedan a intercambios culturales y a nuevas dinámicas de aprendizaje.

Esto aporta a la reducción de prejuicios culturales, a la creación de una mirada mucho más global y, sobre todo, a la comprensión de los desafíos sociales desde una perspectiva mucho más amplia. Por eso, que nuestros jóvenes acudan al congreso en Lima, donde entrarán en contacto con líderes sociales de Iberoamérica, pone de manifiesto estos valores en su máxima expresión.

Y parte de este criterio de responsabilidad se evidenció en la exhortación que hizo Víctor Miguel Pacheco, CEO de la aerolínea, a los jóvenes durante el evento; consistente en pedirles que hicieran una retroalimentación como pasajeros con discapacidad, que anoten sus sugerencias, que identifiquen oportunidades de mejora y elaboren un informe sobre la experiencia de usuario que tendrán durante su trayecto con Arajet.

Es decir, no se trata solo de facilitar una oportunidad de aprendizaje, también es la perspectiva de practicar la escucha activa, elemento que facilita el desarrollo y la permanencia de todas las empresas. De este modo, los jóvenes se convierten en observantes de las medidas de accesibilidad de la empresa y colaboran para que esta ofrezca un servicio mejorado a nuevos viajeros y viajeras.

Siempre he dicho que las empresas tienen en sus manos la posibilidad de aportar a construir ciudadanías mucho más abiertas y comprometidas. Un punto de partida es reducir las desigualdades de acceso a espacios formativos y de intercambio cultural.

Entiendo que el primer vuelo de los jóvenes de la Escuela de Liderazgo y Autonomía abrirá las puertas a cientos de preguntas y, sobre todo, a nuevas metas. Porque cuando viajamos, vemos cómo viven otros pueblos, ampliamos nuestras redes de contacto, estamos en condiciones de diseñar proyectos de vida que nos incluyan más allá de las paredes del hogar o de la comunidad. Nos esforzamos por hacer que la autonomía se manifieste a escala 360, sin límites culturales, sociales ni físicos.

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