Recientemente, la presidenta de la Comisión de Género de la Cámara de Diputados ha asegurado que en el Congreso Nacional hay dos versiones vigentes del Proyecto de Ley que crea el Sistema Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres.
Esta semana, la diputada Magda Rodríguez, expresó a los medios de comunicación: “Estamos estudiando ambos proyectos para lograr consensuar uno y salvar lo que nos une para acabar con este problema que es cultural y que requiere medidas que vayan en distintas direcciones”.

Por razones lógicas, no puede haber dos versiones vigentes del mismo Proyecto de Ley. La realidad es que tenemos en el Congreso Nacional, a unos pasos de convertirse en ley, el Proyecto vigente propuesto por el senador Félix Bautista, consensuado democráticamente durante ocho años; y está también una versión del mismo proyecto, que la Comisión de Género de la Cámara de Diputados modificó y depositó subrepticiamente, paralelo al vigente.

La versión vigente del Proyecto de Ley sometido por el senador Bautista, no es una ley de violencia de género, pues pocas veces menciona este concepto. En su lugar se habla de la “violencia contra la mujer”, de la “igualdad entre hombres y mujeres” y de la “discriminación por sexo”.

En la versión del Proyecto que la Comisión de Género ha querido imponer, se otorga la titularidad de derecho “en beneficio de todas las mujeres y sujetos víctimas de violencia, al margen de su identidad de género”, entre otros puntos cuestionables. Es decir, según la versión del Proyecto de Ley depositado por la diputada Magda Rodríguez, una mujer y cualquier hombre que alegue “sentirse mujer”, se encuentran en igualdad de condiciones como titulares de derechos. Esto genera una diversidad de problemas sumamente complejos.

En contraposición, la versión vigente, sometida por el senador Félix Bautista, sostiene que la titularidad de derecho de un Proyecto de Ley de Violencia contra la Mujer, debe pertenecerle a todas las mujeres y niñas que habitan este país, en base a su sexo. Es decir, por haber nacido hembras.

Si bien es cierto que existen discusiones puntuales sobre qué tan prominente debe ser el papel de la Procuraduría de la República y del Ministerio de la Mujer en un proyecto que coordina 22 instituciones públicas, ese no es el quid de la cuestión. El tranque ha sido el tema de la “identidad de género”.

El concepto “identidad de género” postula que el género no es construido socialmente (por nuestro entorno), ni tampoco biológicamente, (derivado de nuestro sexo), sino que se trata de una decisión personal, similar a la personalidad.

Efectivamente: estamos hablando del famoso tema trans (y todas las tergiversaciones que de él se derivan), el cual se escabulle misteriosamente por las legislaturas nacionales agarrando a la población desprevenida, para convertir en leyes y políticas públicas, cuestiones delicadas exentas de escrutinio democrático.

Durante los primeros tres días del año 2020, hombres llenos de violencia machista le cercenaron la vida a cinco mujeres. La población dominicana, hastiada de tanto patriarcado sanguinario, quiere ponerle fin. Naturalmente, las miradas se enfocan hacia quienes se han responsabilizado de construir e implementar políticas públicas de prevención y de erradicación de la violencia contra la mujer.

Aprovechando la coyuntura de tantas mujeres asesinadas por machos que se regocijan en su impunidad, hay quienes intentan engañar a una población desprevenida, introduciendo sigilosamente un tema que deliberadamente confunde, como el de la identidad de género.

Las mujeres y niñas dominicanas pudimos haber recibido este año 2020 con una innovadora Ley de Violencia contra la Mujer, confeccionada transparentemente, consensuada democráticamente y que abarca esta problemática de manera transversal con todos los actores del sistema involucrados.
Lamentablemente, nos lo impiden los ingentes esfuerzos de la estimadísima Comisión de Género y auspiciadores, quienes se han plantado firmemente para demandar que hasta que el Proyecto de Ley no diga que ser mujer es un sentimiento abstracto, con el que todos se pueden identificar, las mujeres en la República Dominicana no tendremos ley.

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