Tanta importancia tiene en el mundo la propiedad industrial que en la mayoría de los países se ha incluido de manera expresa en la parte dogmática de su constitución como un derecho fundamental.
En general, el derecho de propiedad industrial, rama principal de la propiedad intelectual, se encuentra en constante ebullición y es altamente cambiante, con muchas novedades que han sido insertadas en los más recientes acuerdos internacionales sobre temas relacionados al comercio.
En el caso específico de la República Dominicana, el acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos fue responsable de la promulgación de varias leyes en el año 2006 que cambiaron aspectos importantes de nuestra Ley de Propiedad Industrial. Por tal motivo, es esencial que en el país se produzca bibliografía local más actualizada en la materia.
Hace falta crítica constructiva a la forma como muchos han concebido el sistema de patentes de invención y de signos distintivos, ideas respecto al concepto de transferencia de tecnología, debates sobre posibles herramientas para que las empresas puedan garantizar una mayor protección de sus signos y otros intangibles y mucho más.
Temas como las marcas, por ejemplo, revisten una gran importancia para el ámbito empresarial y cumplen un papel trascendental de caras a un consumidor que no quiere confundirse respecto al origen o procedencia del servicio o bien que adquiere y necesita elementos para poder hacer la distinción. La marca constituye uno de los activos empresariales más valiosos y a su vez uno de los elementos esclarecedores más relevantes para el público en general.
A pesar de lo anterior, el escaso número de verdaderos especialistas dominicanos en Propiedad Industrial complica el hecho de que empresas y consumidores puedan revertir los efectos de fenómeno perjudiciales como la vulgarización de los signos, caducidad, competencia desleal, entre otros.
La Propiedad Industrial es tan importante que además de las marcas abarca otros aspectos medulares para el comercio como las invenciones, los lemas, los nombres comerciales, las indicaciones geográficas, los logos, los rótulos, el know how o secreto comercial, los modelos de utilidad, los diseños industriales, entre otros.
Por tal motivo es urgente que tanto desde el sector público como del privado se promuevan iniciativas para despertar el interés en la especialización y con ello contribuir a un libre comercio mucho más justo y saludable.