El primer encuentro de la expedición que desveló la existencia de desconocidas que acaeció en la isla que los nativos llamaban Haití y que Cristóbal Colón renombró como la isla Española tuvo lugar el 17 de diciembre de 1492 a bordo de la Carabela Santa María. La bitácora del Primer Viaje lo relata como mensajes a la monarquía. así: “Este rey y todos los otros andaban desnudos como sus madres los parieron, y así las mujeres, sin algún empacho, y son los más hermosos hombres y mujeres que hasta allí hubieron hallado: harto blancos, . . . casi tan blancos como en España, porque esta tierra es harto fría y la mejor que lengua puede decir. Es muy alta, y sobre el mayor monte podrían arar bueyes, y hecha toda a campiñas y valles. En toda Castilla no hay tierra que se pueda comparar a ella en hermosura y bondad. Toda esta isla y la de la Tortuga son todas labradas como la campiña de Córdoba. Tienen sembrado en ellas ajes, que son unos ramillos que planta, y al pie de ellos nacen unas raíces como zanahorias, que sirven por pan, y rallan y amasan y hacen pan con ellas, y después tornan a plantar el mismo ramillo en otra parte y torna a dar cuatro o cinco de aquellas raíces que son muy sabrosas, propio gusto de castaña. Allí las hay más gordas y buenas que había visto en ninguna parte . . . , y aquella gente todos dicen que eran gordos y valientes y no flacos, como los otros que antes había hallado, y de muy dulce conversación, sin secta. Y los árboles de allí dice que eran tan viciosos que las hojas dejaban de ser verdes y eran prietas de verdura. Era cosa de maravilla ver aquellos valles y los ríos y buenas aguas, y las tierras para pan, para ganados de toda suerte, de que ellos no tienen alguna, para huertas y para todas las cosas del mundo que el hombre sepa pedir. Después a la tarde vino el rey a la nao. El Almirante le hizo la honra que debía y le hizo decir cómo era de los Reyes de Castilla, los cuales eran los mayores Príncipes del mundo. Mas ni los indios que el Almirante traía, que eran los intérpretes, creían nada, ni el rey tampoco, sino creían . . . que los reinos de los reyes de Castilla eran en el cielo y no en este mundo. Pusiéronle de comer al rey de las cosas de Castilla y él comía un bocado y después dábalo todo a sus consejeros y al ayo y a los demás que metió consigo. . . . Estas tierras son en tanta cantidad y buenas y fértiles y en especial éstas de esta isla Española, que no hay persona que lo sepa decir, y nadie lo puede creer si no lo viese. Y crean que esta isla y todas las otras son así suyas como Castilla, que aquí no falta salvo asiento y mandarles hacer lo que quisieren, porque yo con esta gente que traigo, . . . , correría todas estas islas sin afrenta, que ya he visto sólo tres de estos marineros descender en tierra y haber multitud de estos indios y todos huir, . . . Ellos no tienen armas, y son todos desnudos y . . . muy cobardes, . . . y así son buenos para les mandar y les hacer trabajar, sembrar y hacer todo . . . otro . . . menester, y que hagan villas y . . . a andar vestidos y a nuestras costumbres.» (https://www.elhistoriador.com.ar/documentos/conquista_y_colonia/diario_de_a_bordo_de_cristobal_colon.php).