El viernes pasado, acabando de salir de mi casa, 6:40 de la mañana, para ejercitar, desde un vehículo de lujo, un señor que se veía aparentemente “decente” me envió todo tipo de malas palabras, maldiciones, a quien sonreí y dije: “por favor, muy temprano”, obviamente con los vidrios cerrados, lo que le generó una ira tal que solo le faltó bajarse y golpearme, provocando entonces una verdadera interrupción para los demás conductores. Continué mi ruta hablando a mi interior: “verdaderamente al salir a las calles debemos revestirnos de cordura, para que no nos dañen el día”.

Se reinician las clases, y como señalamos la semana pasada, con nuevas inquietudes de padres y niños, después de dos años escolares sin asistencia a las aulas desde un computador o tableta, privados de lo más importante en el proceso de vida de un niño que es la interacción entre ellos, especialmente a los más pequeños que aprenden jugando. Conducir siempre ha sido, de manera especial en esta ciudad capital, una fuente cotidiana generadora de estrés, donde nadie cede el paso, el peatón no existe, los motores entienden son invisibles con derecho a atravesarse en el momento que quieran porque están rápido (hoy más que nunca por mayor servicio a domicilio) y la nueva modalidad de vehículos pequeños, a los que no se acostumbraba tanto como en Europa que es normal, cuyos conductores aparentemente entienden que caben donde quiera, razón por la cual se atraviesan de forma impertinente olvidando el peligro al cual están expuestos. Llevamos años siendo considerados como uno de los países con tasas más altas muerte por accidentes de tránsito, y esto que no se resalta las secuelas dejadas de discapacidad en los que sobreviven, que muchas veces no han podido incorporarse a actividad laboral y otros mutilados para siempre.

Aprovechamos este retorno escolar, en condiciones especiales, para exhortar a las autoridades de tránsito, asumir voluntades, compromiso, que no es lo mismo que irrespetar, ya que tenemos miles de individuos dedicados a esto que, respetando a los conductores y tomando en cuenta las características de conducir, también descritas más arriba, juntamente con la población de podría lograr un verdadero cambio.

¿Es tan difícil evitar que los motores anden encima de los carros, de un carril a otro, cerrando el paso del peatón? ¿Es imposible mantener los autobuses y carros públicos en un carril para ellos? ¿Olvidan que en la mayoría de atracos y asesinatos están envueltos individuos desde una motocicleta? Esto no cuesta dinero, basta accionar.

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