“No soporto este país”; “Se creen que por tener dinero son mejor que uno”; “Mira el carro que tiene, bueno de chocárselo. Quién sabe de dónde lo sacó”; “No sé cuándo dejaré de ser empleado de otro”; “No te apures, que yo llego algún día, yo me la cobro”; “Odio a esos blanquitos”.
Suelo escribir basándome en el acontecer diario, que como dominicana me toca compartir, vivir y aceptar. Todas estas frases quedan cortas (y ustedes lectores lo saben) con respecto a todo lo que uno escucha desde que sale a las calles y, por qué no, hasta pronuncia dentro de su propio hogar. En esta primera quincena de febrero hemos visto un aumento descomunal en actos lamentables en todos los ámbitos: violencia intrafamiliar, callejera, crímenes pasionales, entre otros. Esto me ha llevado a hacer un análisis de que una de las principales causas, incluidos esos asaltos en las calles por un celular o una cartera, tienen mucho que ver con el resentimiento social, el cual genera frustraciones personales, sociopatías, y trastornos emocionales a veces graves.
La ira e intolerancia extrema en la interacción entre personas, las encontramos en cualquier lugar; en un negocio, o a la hora de conducir un vehículo de motor, que es donde más suelen quedar manifiestos insultos, gestos obscenos y hasta agresiones. Qué no serán los vehículos pesados y los autobuses en nuestras avenidas, que pareciere que están en la selva, donde el león es el fuerte y destruye a cualquier presa que se le acerque. Recuerdo ser víctima, a los tres meses de comprarme un vehículo, un carro de transporte público, molesto porque no avancé rápido, no solo me maldijo, sino que se acercó y con su frente me rayó el lateral, rebasándome del lado opuesto al que le tocaba.
¿Se han preguntado ustedes, en medio de terremotos de gran magnitud, desastres naturales, guerras, ataques terroristas, imposición de paradigmas incongruentes con los valores que tenemos como nación, por los cuales venimos batallando y enfrentando para no permitir que sean impuestos, qué vamos a hacer para resguardar República Dominicana? Duarte, Sánchez y Mella, y otros tantos hombre y mujeres perdieron sus vidas, algunos permanecieron por años en el exilio, para que hoy seamos un país soberano, libre e independiente y, lo más especial que nos distingue del mundo, base cristiana hasta en nuestro escudo. ¿Crees propicio romper con estos sentimientos negativos que arrastran a las peores acciones y, por el contrario, buscar cada uno en su interior si está afectado por alguno de ellos? Elimínalos y ayudemos a una mejor convivencia.