El verano es época esperada en Europa con brazos abiertos por las familias. Es costumbre establecer vacaciones colectivas con la finalidad de que las familias y amigos puedan agendar compartir y disfrutar las mismas, por lo que esa planificación se hace con mucho tiempo de antelación. Es parte de su cultura ir ahorrando o pagando paulatinamente las mismas, tanto que he tenido la oportunidad de conversar con amigos, que todavía no se ha ido el año y ya están organizando hacia donde irán para las próximas.
Hace más de 18 años, quedé impresionada por cómo en las vitrinas de agencias de viajes y tours, tanto en Madrid como en Barcelona, las promociones de vacaciones hacia el Caribe eran con fotos de nuestras playas. Durante años, me ha tocado ir con frecuencia a la Madre Patria, y es increíble cómo en los lugares donde compartía con españoles, con júbilo me decían “pasé mi luna de miel en La República”, que así le llaman. Incluso algunos la han tenido como su destino a vacacionar por excelencia. Mi prima que residió por varias décadas, solía decir en broma que a ella le ponían alfombra roja cuando se identificaba como dominicana. En estos momentos, atravesamos por una aparente crisis donde se están haciendo promociones negativas alusivas a nuestro país. Entiendo desde mi óptica que, durante mucho tiempo hemos sido punta de lanza de América Latina y el Caribe, hemos ganado un espacio, el cual ni podemos ceder, ni mucho menos temer, siendo la mejor promoción, ya que estamos dispersos en los lugares más distantes del mundo, cada dominicano ser parte esencial de hablar sobre República Dominicana. El Estado está llevando una amplia campaña publicitaria sobre todo lo que ofrecemos, lo que la naturaleza nos ha regalado, playas, ríos, montañas, grandes hoteles, turismo ecológico que no se encuentra en cualquier lugar. Contamos con lo que le falta a la mayoría puntos turísticos de la región, y esto no se compra, no se consigue, y es la característica de alegría, calor humano, apertura hacia aquellos que vienen a visitarnos. Tenemos un compromiso que no se sientan extranjeros, sino como en casa.