Durante años hemos tomado la decisión de cada semana dedicar este espacio a las familias dominicanas, fuente principal para que nuestra sociedad pueda, no solo mantener sus raíces patrias, cristianas, sino también acuñar juntos la necesidad permanente de proteger su integridad y salud física y emocional de cada uno de los miembros que la forman.
Noviembre, designado por decreto 1656 del Poder Ejecutivo, en el año 1971, es el Mes de la Familia en el país, originalmente con la finalidad de llevar a cabo campañas para su formación integral, considerada en dicho documento como la célula fundamental de la sociedad.
Las condiciones que vive el mundo, en las cuales existe un marcado interés en la “deconstrucción” (destrucción) de aquello que hasta en el reino animal se respeta y protege, nos compromete y obliga como nunca antes a defender a como dé lugar, no solo el mantenimiento de esta, sino más bien evitar que las bases que sustentan su interior, con reglas y normas implícitas y explícitas, sean tocadas.
“Mi familia”, “Tu familia”, “Nuestras familias” deben ser guardadas, blindadas de todo tipo de pensamiento e ideología que conlleve dañar aquello que nos ha costado tanto esfuerzo, y por tantas generaciones, mantener. Aprovechemos este mes para enfocarnos, primero, en hacer realidad de cómo está marchando, cuáles cosas es necesario corregir, cuál potencial la sustenta, y pueda ser utilizado como refuerzo en medio de todo este caos, cuya única finalidad es quitarle su valor e importancia en el desarrollo y verdadero progreso de una nación.
Familias perfectas son inexistentes, como tantas otras cosas en la vida, perfecto solo Dios, a quien deben tener como soporte principal. Lo que ves en redes sociales son falsedades, fantasías, más aun, engaños tanto de quienes las publican, para ellos mismos, como para aquellos que les siguen creyendo esa utopía. Lo que sí verdaderamente necesitamos es que estén unidas, fundamentadas en amor, respeto y sacrificio de cada uno de sus miembros, logrando con esto ganar esta batalla en contra de lo que verdaderamente es. Por lo menos con la mía nadie se meta. Sé que tú también, al detenerte, si no lo habías hecho, sacarás junto a los tuyos todo lo necesario para su integridad, sin intromisión externa.
Según lo que persigue la dedicación de este mes, propongámonos como dominicanos, defensores de lo nuestro, evaluar en qué podemos estar descuidándonos, qué o quiénes nos pueden estar contaminando de manera sutil, sin siquiera darnos cuenta, para tomar acciones conjuntas. ¡Enhorabuena, familias dominicanas!