Rescate

Aprovecho cuando estoy en una fila o en un lugar público para mirar las expresiones de los rostros de aquellos que me rodean, tratando de encontrar manifestaciones de alegría o gestos afables.

Aprovecho cuando estoy en una fila o en un lugar público para mirar las expresiones de los rostros de aquellos que me rodean, tratando de encontrar manifestaciones de alegría o gestos afables. Es sorprendente encontrar que la gran mayoría, no solo quiere evitar la mirada con el otro, sino más bien como si estuviese a la defensiva por si acaso a alguien se le ocurre equivocarse. Entras a una sala, das los buenos días y, los pocos que te responden, lo hacen entre dientes y hasta sin levantar la cabeza. Para colmo, como si fuera un decreto, todo el mundo lleva entre sus manos una cajita negra, que se llama celular, en la cual centran su atención, dándose la oportunidad de no saber quién se encuentra a su lado. ¿Dónde está aquella característica principal, con la cual nos identificábamos nosotros para aquellos que nos visitaban, y se llama sonrisa?, ¿qué nos pasa que, sin darnos cuenta, la hemos cambiado por quejas, frustraciones, ira, contienda?

No sé si es mi propia experiencia, pero verdaderamente, cuando llego a un lugar y recibo gesto afable, sonriente; hasta me sorprende. ¿De qué sirve volvernos hostiles ante las situaciones que tenemos que resolver y manejar dentro de nuestra cotidianidad?

Por ejemplo, tenía una cita en una institución a la cual nunca había asistido y entré al lugar equivocado, donde una joven, de esas que llamo en “extinción”, la cual me atendió, no solamente en forma educada, sino mostrando lo conforme que se encuentra en su lugar de trabajo. Como era un edificio grande, le pregunto a un militar, al servicio de este, dónde se encontraba la oficina a la cual debía ir. Me señaló con un dedo, al lado opuesto donde me había mandado la señorita; y al decirle que me habían informado otra cosa, de manera grosera enfatizó: “Y si usted sabe, ¿para qué pregunta? ¡Vaya donde usted quiera!” ¿Qué les parece?, no miró que era una dama, tampoco entendió que parte de su trabajo es ese y, mucho menos, que ese lugar era precisamente donde estaba una de las máximas autoridades del lugar.

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